viernes, 13 de marzo de 2009

El secreto (raye)

Hola lectores

Desde un día azul de verano les envío "el secreto" Y como es secreto no lo puedo comentar.

Visiten los blogs y difundanlos entre sus buenos amigos:

http://tienetintatutintero.blogspot.com

Y el http://pascualmarrazzo.blogspot.com

Un abrazo.

Pascual.


EL SECRETO

Tuve un secreto escondido y me llenó de ansiedad; es imposible que alguien hubiese podido escucharlo o contarlo. Sólo lo pude mantener oculto cuando lo guardé en el cofre del olvido, pero sabía que tarde o temprano el recuerdo me traicionaría y saldría a la luz. Fue algo íntimo, una creación propia; si alguien lo hubiese descubierto, mi tesoro habría desaparecido. Por ello lo cuidaba de las miradas y los oídos. O mejor dicho: de todos los sentidos. No era algo para haber guardado en la cartera o el bolsillo, no tenía forma ni peso específico. Sin embargo por su magnitud podría haber llegado a ahogarme. También escaparse, salir gritando o expulsado, volcando así el cántaro entero de mi alma.

Claro que esto no lo comprendí enseguida. Al principio se me coló como una esperanza, le hice un espacio en un trozo de soledad y lo abrigué con una manta de emoción. Pero el secreto fue tomando parte de mis sentimientos y me pedía comprensión. Se le dio por jugar con mi orgullo y mi razón. Despertaba temprano y se desayunaba con toda la melancolía de mi almacén. Agotó los frascos de furor y como era de esperar, creció. Valiente y gallardo, secuestró al dominio provocando una severa tensión en mi estómago. La emergencia no se hizo esperar: el secreto lucía mimetizado en un pimpollo rojo, picante. Se suspendía como un gran equilibrista en un tallo lleno de espinas que me rozaba el corazón. Ya no lo podía dominar. Crecía con la lluvia, con el rocío, con las lágrimas, crecía y crecía como una endiablada hiedra. Como una cuerda tentada y perdida en mi cuello enrollada al yugo del secreto.

Finalmente, un tedioso temblequear de mis rodillas me indicaba el rumbo del rendido Werther* o el grito disparado y certero que salió de mi boca como un trueno: “¡Te quiero!... ya no me aguanto más.”

Pascual Marrazzo ©

(* El primer suicidio por amor de la literatura clásica)


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