viernes, 7 de diciembre de 2012

El garrote del vigilante de la esquina



Hola lectores
Desde un día azul de primavera, les envío "El garrote del vigilante de la esquina" Un cuento que trata de rescatar esta figura tan emblemática de nuestro pasado, la mirada de los niños y las travesuras de los adolescentes.
Un abrazo
Pascual



El garrote del vigilante de la esquina

 
Mi tío Jose era el hermano menor de mi mamá y el más consentido de la abuela. Pero era diablo el tío. Tenía un carácter jovial y se la pasaba contando cuentos de color verde, así le llamaban a los cuentos, cuentos verdes. La abuela lo fajaba con el cinto cuando se mandaba una macana, dos o tres rebencazos y se le zafaba con sus dieciocho años a cuestas. Era jodido el tío José.
Un día le bajo los calzones a mi tía Berta, una vieja de treinta años, hermana de mi papá. Se los había bajado hasta las rodillas, yo lo vi, la tenía apretada contra la pileta de lavar la ropa. La tía Berta empezó a los gritos y mi abuela llegó detrás de mí y empezó a chancletearlo, la Berta también le pegaba con un zapato y con la otra mano  se subía la bombacha para taparse  la barba.

-      ¡Anda corriendo a buscar a Don Ramón!  -  me gritaba la abuela.

Don Ramón era el “vigilante de la esquina” La gente lo quería porque arreglaba los entuertos familiares y nunca llevaba preso a nadie. Daba consejos y no permitía que entren a robar al barrio. A mí me gustaba hablar con él, porque me prestaba el amansaloco, como le decía él. Era de palo el amansaloco, Don Ramón comentaba que era su mejor amigo y lo ayudaba a solucionar los problemas.

-      ¡Don Ramón, Don Ramón!...
-      ¿Qué le pasa mijo?
-      Lo llama la abuela, mi tío José se mandó otra cagada.
-      No sea boca sucia ¿Y qué hizo ahora el tarambana ese?
-      Algo feo.
-      ¿Y qué es lo feo? Vamos cuente.
-      No puedo, porque usted no quiere que diga malas palabras.
-      Buena diga algunas que se las perdono.
-      Le bajó los calzones a la tía Berta, para mí que se la quiso culear.
-      ¡Eeeepa! No sea mal pensado, a lo mejor le quiso hacer chas chas en la cola. Como le saben hacer a usted cuando se porta mal.
-      Sí, pero a mí me pegan con la chancleta y el tío en la mano tenía otra cosa.
-      Bueno, bueno, bueno, dejémoslo así.

Cuando llegamos a la casa el tío ya estaba pichoneado, la abuela se había encargado de darle una buena paliza y le rezaba todos los rosarios. Así que Don Ramón sólo tuvo que amolarlo un rato más con un buen reto. Después, se tomó unos mates con la abuela y la tía se encerró en la pieza a llorar. Cuando se despidió para volver a la parada de la esquina la abuela me ordenó que lo acompañe.
Salimos caminando y le volví a pedir el garrote, era de madera tan brillante que uno se miraba como en un espejo.

-      Don Ramón ¿Cuántas veces tuvo que usarlo?
-      ¿Si yo le cuento un secreto usted va a saber guardarlo?
-      Si Don Ramón.
-      ¿Se compromete? Mire que es cosa de hombres.
-      Si Don Ramón, se lo prometo.
-      Bueno, entonces se lo voy a contar: Nunca le pude pegar a nadie.
-      ¿Y por qué?
-      Porque el garrote esta hecho de palo santo.

                                                                                                     Pascual Marrazzo ©

jueves, 29 de noviembre de 2012

Escaleras



                                                                                                                  

Hola lectores

Desde un día gris de primavera, con amenaza de lluvia, les envío "Escaleras"

Un cuentito para alegrar la mañana de los pícaros.

Un abrazo

Pascual


ESCALERAS

 “El balance es positivo y dentro de las cosas divertidas, al borde de lo absurdo y de la lógica mía esta quererte con una paz que sólo Pas sabe trasmitir, eres el hombre que por la gran experiencia vivida devuelves cosas lindas, eres mi elixir, mi pasionaria, mi calmante, eres un dotado por ser una persona que mira la vida con una óptica distinta al resto de la mayoría de los hombres de hoy.

Por eso me permito elegirte día, a día. No escribiré poemas, pero vivo mis poemas, mis fantasías contigo.
Te espero, te amo.”

Lo primero que me vino a la mente fue el dolor de las rodillas, junto al peso de la infidelidad, esa que algunos señalan como pecado. Al primero lo alivié asiéndome de las barandas, a la segunda le prometí una compensación de esas que rozan la felicidad. Esto de subir para llegar es una parodia de la vida misma, los escalones son la resistencia, el esfuerzo diario que exigen las metas ¿Por qué la existencia nunca arma el camino en el llano? No lo sé. Será tal vez que no sepamos encontrar el camino del “no te metas”.   
En el tercer piso se sumaron al dolor, la cintura y un poco el brazo derecho. Pero le di una importancia relativa pensando en la ley de Einstein sabiendo que si uno quiere avanzar ¡avanti, avanti, siempre  avanti! ¿Quién habrá sido el hijo de puta que dijo esto? Ahora ya estaba en el quinto, tenía la frente mojada y podía sentir los latidos desesperados de mi corazón. Dos pisos más y el presentimiento que se me disparó ¿Estará? Lo único que falta es que no llegue a estar. Ya me veía sentado al pie de la puerta del 7ºC, porque no podía mover ni el dedo meñique. A esta altura me sentía un héroe, pero no me salían las palabras, sólo una respiración agitada y profunda. No había manera de poner la marcha atrás, así que esperé unos minutos para recuperarme y le di unos tres golpecitos a la puerta como habíamos quedado. No se hizo esperar, estaba, como siempre, esperando con su deshabillé suelto de marras.
-  Hola osito.
-  Hola bombón.
-  ¿Qué te pasa mi amor?
-  Nada, ese ascensor maldito que no quiso subir.
-  Ya está, lo importante es que llegaste. Ya va a volver a funcionar sin que se pare.
-  No, no, lo importante ahora es, que se pare.

                                                                                                               Pascual Marrazzo©

viernes, 2 de noviembre de 2012

Mi soledad eres tú




Hola lectores
Desde un día azul de primavera, les envío "Mi soledad eres tú" Un raye que trata de la soledad de los amantes (algunos amantes).
Un abrazo
Pascual 



MI SOLEDAD ERES TU

Cuando mi soledad se despereza comienza a trenzar vaivenes de sueños y locuras. Incursiona en las travesuras salvajes y en el delicado lazo de mi “Te quiero mucho”. Por las mañanas, a la hora en que mi mente se libera y comienza a tejer los recuerdos que no te dejan ir de mi lado. Un rostro animado de ojos brillantes se asoma entre dos candelabros encendidos. La soledad de mi boca también recuerda los besos prolongados. Mis labios entreabiertos acuden nuevamente a explorar tu cuerpo y tropiezan en cada uno de los temblores de tu piel. Entonces, la soledad me hamaca en el misterio de una larga caricia y me produce el orgasmo extasiado de otro nuevo sueño.


                                                                                                                 Pascual Marrazzo ©