jueves, 30 de abril de 2009

Aquel beso fugaz

Hola lectores
Desde el primer día gris con ganas de humedad, cálido de otoño (tiempo loco no?) les envío "Aquel beso fugaz" Todos seguramente tenemos el recuerdo de un beso fugaz, de esos que te dejan con hambre durante toda la vida.
FELIZ DÍA DEL TRABAJADOR
Un abrazo
pascual


AQUEL BESO FUGAZ

Recuerdo que ella me ofreció la mejilla y parte de sus labios en cambio de un beso de despedida. Como si fuese algo fugaz (y así fue) sin embargo, es la sensación del deseo que sentimos en ese instante, la que lo hace inolvidable. Fue el primer eslabón que encadenó nuestras almas (durante algunos segundos en tiempo presente) cuando todavía soñábamos con el mañana y “los sueños, sueños son”.

De nuestra falta de valor: un día nos disculpamos, pero no nos perdonamos. En lo íntimo de nosotros había nacido el rencor de nuestras propias faltas.

Por años busqué que se repita ese instante, me preparé y ensaye para que no se me vuelva a escapar. Por qué pasará la dicha por delante de los hombres, justo en el tiempo del atolondramiento. Los errores de la adolescencia acumulan el bagaje más pesado que carga la experiencia. Pero las experiencias son irrepetibles y el fracaso… pesa. Hoy me suena tan estúpido reflexionar con tanta filosofía, solidez y sabiduría que nos deja el fracaso. Romper ese eslabón y despedir su alma. Aquí, en el campo de la paz.

Pascual Marrazzo ©

martes, 28 de abril de 2009

Amor de a tres


Hola lectores

Desde una noche cálida de otoño les envío "Amor de a tres" Un escritor amigo mío los llama "fotos literarias" a este tipo de cuentos breves. Y en cierto modo son fotos de la imaginación, lo bueno es, que cada cámara los fotografía distintos. Perdónenme la tardanza de hoy.
Un abrazo.
Pascual.


AMOR DE A TRES

Miré por la ventana y los descubrí: Un triángulo amoroso cuyo vértice producía un equilibrio espiritual.

A mi espalda, la calle y el diafragma de las bocinas, contrastaban furiosamente con la armonía interior.

El hombre dormía boca abajo ligeramente inclinado hacia el centro de la cama, una mano escondida debajo de la almohada y la otra como una araña sobre el pubis de la mujer.

Ella en cambio, abrazaba al segundo y a la vez con la otra mano alcanzaba el hombro del primero.

Era el reino de la paz, hasta que el vértice regulador y equilibrante de este triángulo amoroso, comenzó a llorar, reclamando el pecho materno..

Pascual Marrazzo ©

lunes, 27 de abril de 2009

Verde

Hola lectores

Desde un maravilloso día de otoño azul, les envío "Verde" Un cuento que rescata un personaje de un barrio de Buenos Aires. Hoy ya casi no se ven. El tiempo es un borrador infatigable. Entren a mi blog: http://pascualmarrazzo.blogspot.com , hay unos renglones de Roberto Arlt, imperdibles.
Un abrazo
Pascual

VERDE

“¿Si verde estás así, cómo estarás madura?, Pri, pri, papá, papá, papita pal loro…”

Todo lo pensé y todo me lo guardé, que lástima ser un gorrión y no un canario pa´cantarle algo lindo a la mina esta.

Camina como una diosa y su vestido verde le marca toda su… ¿como se dice?... sensibilidad, no, su sensualidad, eso sensualidad. No es muy jovata ni pebeta, pero ese verde le sujeta la edad… le sujeta y las otras cosas también. Pielcita morena… invitadora y dulce como la miel… ojos negros… como las manchas de betún en las medias blancas, viste.

Que maquinita mamita, como me gustaría ser el Tito pa´seguirla y chamuyarla hasta que afloje, porque el Tito sí que tiene pinta, pinta y labia pa´vendé la lombrí. En cambio a mí se me atraganta todo y eso que yo siempre me digo: Te tené que animar laucha, alguna vez tiene que ser. Yo siempre me acuerdo lo que le dice el Tito y cuando quiero decí lo mismo se me hace un nudo, se me hace; como el otro día, cuando él le dijo: “Chau traviesa”. Casi la derrite, ella le mostró todos los dientes, le mostró, hasta las encías y los ganchos se le vieron a la Leonor… la que trabaja en la tienda del miseria. Después, cuando yo quise decí lo mismo… y eso que me acordaba y estuve practicando, chau traviesa… pero los nervios, no se, cuando la tuve a tiro me salió: chau guaranga. Me dejó un zumbido en la oreja, me dejó; eso sí cuando se enteró el Tito casi la amasija, porque el Tito e´bien macho y ademá e´mi amigo; le dijo que me tenía que pedí disculpa, que no sabía aguantá una joda… Yo le dije que la dejara, que era culpa mía, despué el Tito me dijo que no me animalara… no, que no me amilanara, ahora si me salió, eso quiere decí que hay que seguí pa´delante y ademá me dijo que yo no era meno que nadie, que porque me falta un brazo uno no´e meno, al contrario e´má, porque yo trabajo ma´que otro y e´cierto porque, que laburo, laburo. Y me enseño un motón de cosa má, me enseñó… como esa que dice: “Si me acompaña tu dulzura, tomaría mate amargo toda la vida”… Yo no entendía, pero él me lo explicó: “quiere decí que ella e´el azúcar que le falta al mate que va´tomá. Qué te parece, no´e un bocho el Tito? Que imaginación loco, que imaginación…

Uy… ahí viene de vuelta la nami de verde, te tené que animá laucha, eso sí, palabrota no, el Tito dijo: “Si te equivocá no importa, pero palabrota no, acordate, a las señoras decile señorita, eso sí les gusta.”

Ya la tengo cerca… voy a empezar con señorita como dice el Tito… eso, eso señorita: Señorita, señorita… ¿se lustra señorita?

*Pascual Marrazzo*

Del libro: “Los cuentos de Pascual”

Editorial Nosotros El Sur

viernes, 24 de abril de 2009

Trepadora


Hola lectores
Desde un día azul de otoño, alfombrado de amarillo y ocre, les envío "Trepadora". Tal vez un poco exagerado el tema, pero es de la manera en que se lo nota mejor. (En definitiva los cuentos tienen que tener sabor de cuentos)El espíritu trepador existe y a veces no tiene límites, como en este caso. Entren a mi blog. http://pascualmarrazzo.blogspot.com
y al http://tienetintatutintero.blogspot.com
Un abrazo
Pascual


TREPADORA

Hacía veinte años que trabajaba en la misma oficina; entró con esa polenta de ilusiones y estudios contenidos. Arrasó con la belleza de su decimonovena primavera y escaló, escaló…

Tenía el berretín de la mujer moderna, la ejecutiva y un profundo deseo de liderazgo, hasta que en el penúltimo escalón, tropezó con él.

Fue como topar con una roca, un hombre eficiente y talentoso al cual le era imposible superar.

A pesar de conocer a fondo esta dificultad, se dedicó a luchar con sus mejores armas. Al cabo de un año lo tendría desarmado y listo para tirarlo a la basura.

Sin embargo pasaron varios y el hombre estaba íntegro. Decidió dejar de ser su amante y se casó con él para tomar mejor posición en la batalla, pero todo fue en vano.

Desfilaron muchos años más y ella siguió siendo la sombra de él en al empresa. Fue entonces cuando comenzó a madurar la idea, todo se ordenó en su mente, hasta el más mínimo de los detalles y al final lo consiguió.

Ocurrió rápidamente, había vencido todas las dificultades y tomó las riendas. Sin embargo, esa misma noche no podía resolver su primer dilema ¿Cómo decirles a sus hijos que su padre estaba muerto?

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones Tu Llave, colección Nosotros del Sur




jueves, 23 de abril de 2009

The pampean gaucho

Hola lectores
Desde un día agrisado de otoño, les envío este cuento, pero con una aclaración que vale (porque no soy racista). Fue escrito cuando Todman (no sé si lo estoy escribiendo bien) era embajador de EU en Argentina. Un hombre de raza negra que se destacó por su injerencia continua, pero más que eso demasiado pública. Aclaro esto porque no quiero que lo confundan con el actual Presidente Obama, que merece todos mis respetos y ojalá tenga el mejor de los éxitos. Lo demás, pasaba y los que tienen memoria lo recuerdan.
Un abrazo.
Pascual


THE PAMPEAN GAUCHO

Liberato Pereyra era un gaucho argentino de raza (como diría un afamado periodista) Entró al boliche con ese aire de superioridad machista, con estilo taimado y misterioso.

Aunque a él le gustaba mucho más la ginebra o la caña, temiendo parecer menos que cualquier otro gaucho del lugar pidió un whisky en las rocas, con ese acento que nos dan los doblajes de la televisión. Cuando le sirvieron, se acodó en la barra y achinó los ojos como para espiar por ellos y luego de una recorrida visual de la paisanada comenzó a masticar el agua crocante de los rolitos hasta llevarse la frescura en las tripas. Había que tener estas mañas para hacerle frente al calor del verano; la corriente eléctrica era extremadamente cara en esos pagos y nadie quería poner el acondicionador.

Liberato secó el sudor de sus manos en el jean usado recién llegado del primer mundo y salió del boliche arrastrando las pisadas. Al estilo de algún viejo antecesor que añorara las espuelas; montó la Kawasaki y como si fuese a tirar de las riendas, clavó el talón de la Niké en el hijar del cambio y salió arando la calle polvorienta en una sola rueda.

El camello más famoso del mundo estampado en su camisa blanca, flameaba como una bandera victoriosa que había conquistado las pampas.

Era domingo y el Liberato iba a la estancia Saint Patrick a rescatar a su novia; ella se llamaba Prudencia Argentina y era lejos la más linda del lugar. Asediada por el capataz, un gringo llamado Wilson, se vio en la necesidad de pedirle al Liberato que la enancara, antes que la privaticen como a las otras chinas mozas y guapas de la estancia.

Cuando el Liberato llegó, la peonada estaba jugando al béisbol, dejando el casco del rancho despejado. Hizo relinchar el motor varias veces para alertar a la Prudencia, pero no se asomaban ni los perros. Las risotadas de Wilson fueron el presagio de su mala fortuna. Desbraguetado, despeinado y con su cara de prepizza sin hornear el colorado le mostró que la Prudencia había perdido el apellido y a su nombre antepuesto el made in. Se plantó amenazante con la mano apoyada en la culata del Colt y le increpó: Llegaste tarde Liberto (así le gustaba llamarle).

Liberato había heredado la astucia gaucha y sabía que no era momento de arremeter, se sacó el gorrito de la Esso y girándolo en sus manos sumisamente le dijo al capataz sin darse por aludido de su verdadero dolor: -- ¿Sabe lo que pasa Don Wilson? Es que estas motos japonesas cada vez vienen más malas vio.

El colorado quedó perplejo por la candidez del muchacho y aflojó su postura para trenzarse en un coloquio de antipatía nipona. Sus manos se despreocuparon del Colt y se extraviaron en palmadas sobre la espalda de Liberato. Éste arqueó su cuerpo ligeramente hacia atrás y una de sus manos se aferró a la empuñadura, como si fuera el mango de plata del talero o del cuchillo, pero en su mano apareció esa metralleta corta que abotonó el pecho del colorado.

Liberto y Prudent, como les llamaba el gringo, escaparon hacia el sur, habían escuchado hablar de la Patagonia, una colonia nueva y promisoria, que tenía un Virrey negro.

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”




lunes, 20 de abril de 2009

Taller Literario

Hola lectores
Desde un domingo azul de otoño (primaveral) nos tiene desconcertados este clima. Les envío "Taller literario"
Entren a mi blog: http://pascualmarrazzo.blogspot.com y vean "SE PUEDE" hasta el final.
Un abrazo
Pascual.


TALLER LITERARIO

Habían pasado quince minutos y sólo me quedaban otros quince. En verdad los condicionamientos no ayudan a la creación pura de la inteligencia; obligan y ofician a la profesionalidad del escritor.

Los nervios de los debutantes inhiben cualquier lapicera y engarrotan las manos que se vuelven torpes apremiadas por el tiempo.

Tiempo, en realidad ¿Qué es el tiempo?, ¿Algo que está?, ¿Es estable o inestable? Y arriesgo mucho más ¿Es él o somos nosotros el tiempo?

Si no pienso ni escribo el tiempo no pasa; se queda inerte en el silencio de mis ideas. Ahora sí han pasado otros cinco minutos, vuelvo a frenar el tiempo y me desplazo a través de él, que se mantiene flotando en la inmensidad de mis instintos trabados por el miedo. Mis desplazamientos son lentos, escudriñan las ideas y las descartan; las giro al derecho y al revés, no me gustan ¿Quién trajo este ejercicio al taller?,¿De donde salió esa tonta idea de crear algo original en sólo treinta minutos. De escribir un cuento con un titulo novelesco, absurdo: “La historia de un hombre que no pudo llegar” de arriesgarse al ridículo de la pobreza intelectual? Me quedan nada más que cinco minutos, vuelvo a flotar estático en el espacio interior de mis pensamientos; busco afanosamente una idea que salve mi honor,… y cometo el error de seguir pensando y no parar el tiempo.

Pascual Marrazzo

Del libro “Los cuentos de Pascual”

Ediciones “Tu llave” Colección: “Nosotros el Sur”












viernes, 17 de abril de 2009

Si mañana fuera ayer

Hola lectores
Desde un otoño más afirmado, con una considerable caída de hojas, pero siempre con un cielo azul y unas lunas de plata impresionantes, aunque alguien le haya sacado un bocado.Les envío "Si mañana fuera ayer" Un cuento breve y muy conocido (2°Premio Internacional de cuento breve) Estos tipos de cuentos se califican y se miden por todo lo que pueden expandirlo Los lectores. Así que los dejo para que se luzcan y hagan una novela.
Un abrazo
Pascual


SI MAÑANA FUERA AYER”

“Si mañana fuera ayer” – La perdonaría... y no estaría pagando mi bronca con este sufrimiento. El de estar solo en una casa vacía. Prefiero la tortura de los celos, la cobardía de los que saben, que no tienen que saber, deseo llorar al lado de un cuerpo vivo. Si mañana fuera ayer, no la habría matado.

(2º premio internacional de cuento breve)


Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Editorial “Tu Llave” colección “Nosotros el Sur”

miércoles, 15 de abril de 2009

Silencio

Hola lectores
Desde un día azul de otoño averanado, les envío "Silencio" donde se puede apreciar hasta donde pueden llegar nuestros anhelos de silencio. (Tendrá algo que ver esto con que los jóvenes necesitan aturdirse)
Visiten los blog: http://pascualmarrazzo.blogspot.com.ar
http://tienetintatutintero.blogspot.com.ar
Un abrazo
Pascual.


SILENCIO

Ernesto se molestaba por el ruido, un poco tal vez porque lo asociaban con su vejez y él no lo podía aceptar. Pensó que sólo necesitaba unos días de descanso y de paz; quizás lo ayudara su afición a la pesca y la cabaña del lago. Había estado tan imposible que su mujer sintió alivio al verlo partir. En el viaje, Ernesto iba sufriendo el ruido de su camioneta; con los dientes apretados aguantaba estoicamente sabiendo que muy pronto estaría gozando de la tranquilidad que tantas otras veces había disfrutado. Al fin paró el motor y respiró hondo, como queriendo acaparar todo el espacio de la naturaleza. El sol del mediodía no daba tregua y lo acariciaba con sus manos sedosas y calientes. Ernesto tuvo la necesidad de meterse en el agua y luego intentar una siesta debajo del acacio, cerró los ojos y sin pretenderlo se le dibujó una sonrisa. No le duró mucho, el timbre de una chicharra lo sacó de su sueño. (Cuando canta la chicharra se detiene la naturaleza, como una señal de respeto, como si en ella flotara un mensaje importante que todos debieran aprender, ni brisas, ni animales en movimiento.) Claro que esto no amainó a Ernesto que no estaba dispuesto a dejarse arrebatar la tranquilidad. Reaccionando con cierta violencia entró a la cabaña y apareció apuntando la escopeta hacia el ruido. El eco del disparo se fue desgranando en forma de cascada, despertando el silencio de la fauna. Los gritos de las gallaretas; el aletear de las distintas especies voladoras, el ladrido de algún perro asustado y el murmullo de todo el otro bicherío, llenó la amplitud del lugar.

Ernesto desconsolado y con los nervios destrozados se recluyó dentro de la casa, cerró bien la puerta y las ventanas; pero esto no alcanzó. La cabaña de madera parecía una caja de resonancia que apagaba los ruidos y los transformaban en una especie de vibración. Se acostó en el camastro y arrolló la almohada a sus oídos hasta quedarse dormido. Una vez descansado su cuerpo, lo despertó el zumbido de la heladera; malhumorado la desenchufó y se sentó en el catre sin saber que hacer. Al cabo de un rato se dio cuenta que reinaba un absoluto silencio y esto lo tranquilizó, pensó en salir pero tuvo miedo al alboroto y decidió leer un poco hasta cansar sus ojos. No duró mucho, el ruido de sus propias tripas lo empezó a molestar y lo decidió a hacerse algo de comer. La noche se acostó cuidando muy bien de respetar el espejo del lago alumbrado por la luna. Ernesto abrió la puerta tímidamente y salió a caminar; lo hacía con precaución pero sin tener claro el motivo se sentó en un tronco y en la paz de la noche reflexionó: ¿Qué invitación propone la noche? Esconde, cubre y crea el misterio que la diferencia o simplemente es el día agazapado, elucubrando el desgaste de la vida. El día había comenzado mal, pero todo parecía indicar que terminaría bien. Ernesto abrió las ventanas para darle entrada al aire fresco y se acostó mirando la oscuridad, ningún ruido molesto pudieron captar sus oídos. (La quietud, el silencio total, siempre es sinónimo de presunción.) Sin embargo, poco a poco un sonido interior, el de su propio corazón comenzó a hacer eco en su cabeza. Pronto lo invadió la música acelerada de un tambor, acompañada de un profundo dolor en el pecho. De repente el dolor se fue, los tambores se llevaron la música y Ernesto descansó en paz.

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones Tu Llave, colección Nosotros el Sur

martes, 14 de abril de 2009

Paseo Matinal

Hola lectores
Desde un día azul de otoño (hoy llegó la frescura) les envío "Paseo matinal" un lindo paseo dominguero con gusto a metáfora.
Un abrazo.
Pascual.



PASEO MATINAL

Una mañana quieta, desierta, temprana… como todas las mañanas de domingo. Apenas un reflejo de sol que presagia que no habrá tregua de verano. Las veredas del parque todavía están tibias, un borracho duerme su mona a lo largo de un banco. El humo de mi pipa flota aquietado y el follaje está inmóvil… si no fuera por el olor del tabaco, diría que estoy mirando un gran cuadro. Ella está a mi lado, observando mi quietud y tratando de adivinar mis pensamientos. Su mirada en forma de pregunta tiene la fuerza suficiente para sacarme de la actitud de espectador. Siento cierta vergüenza, ya que por lo general el tiempo que transcurre en la mañana del domingo, le pertenece… es el único que puedo darle. Pese a todo, su fidelidad es inmensa. Supero mi abstracción, apoyo mi mano en su cabeza, entrelazo mis dedos en su pelo, hasta que la empujo suavemente y corremos alocados por el césped. Pronto me doy cuenta de que llevo todos mis años a cuestas y me voy quedando atrás, entonces comenzamos un juego: ella se da vuelta y me mira… es la invitación a un ritual que se repite domingo a domingo, renuevo mi fuerza para alcanzarla y ella corre, corre, ágil, descalza, hasta desaparecer. Nuevamente siento una sensación de quietud, busco un sendero, se que ella aparecerá, como siempre, exaltando mi corazón. Mi marcha se va aquietando, se que la veré en algún momento, con alguna de sus sorpresas. Los colores cambian, entro en la sombra de los árboles gruesos que cierran el cielo, dejando pasar, alguna que otra vez, algún hilo dorado. Y en este marco expectante, aparece ella. Su figura desnuda no desentona; yo en cambio, me siento un intruso atrapado por la naturaleza. Se abalanza sobre mí casi salvajemente, rodamos, nos revolcamos y jugamos, dejándonos llevar por el vacío de la cordura hasta quedar exhaustos. Tengo la espalda dolorida, ella jadea, me levanto y emprendemos el regreso. Al salir del parque noto que han pasado un par de horas, la ciudad comienza a despertar, ella se para en el cordón de la vereda y me mira, sabe que no tiene que cruzar, saco de mi bolsillo la correa, la engancho en su collar, cruzamos y volvemos a casa.

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones Tu Llave, colección: Nosotros el Sur

lunes, 13 de abril de 2009

Nostalgia

Hola lectores
Desde un día azul de otoño que recién comienza a pincelar algunas hojas amarillas, les envío "Nostalgias" un pequeño monólogo metafórico que nos instala en un trágico pasaje de la historia nacional. No se olviden de visitar el blog: http://pascualmarrazzo.blogspot.com
http://tienetintatutintero.blogspot.com
Un abrazo
Pascual.



NOSTALGIA

Tu cuerpo tiene la virtud de dejarme ávida la lengua y la mente embriagada de calor. Cuánto más mis labios se deleitan, más quiero tomarte y arrebatarte de esa prisión que siempre guarda algo de vos.

Cuando te llevo en mí más de la cuenta, trastabillo el dolor de quererte mucho más.

A veces me pregunto si este juego de inundar mi alma contigo, tiene algo que ver con tu dulzura o es el simple vicio de la debilidad del hombre.

En la cordura humilde de mi pequeño espacio analizo el tiempo y tu juventud. Mi boca se pone amarga recordando labios desaparecidos, allá, cuando tú nacías. Cuando todavía arrebatabas el néctar para convertirte en vida.

Tal vez tengas algo de ella: un pedacito del mismo sol, algún rastro común, un camino. Vaya uno a saber, algo hay, porque cuando estoy contigo también está ella.

Sos una nostalgia que se redescubre, que se emborracha de sangre inocente, que resalta la miseria de los vivos, de los que no acompañaron a los muertos. Sos el vino sanjuanino de una buena cosecha y de un año muy triste (1978).

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones Tu Llave, colección, Nosotros el Sur

jueves, 9 de abril de 2009

La visita

Hola lectores
Desde un día azul y templado de otoño, con muchísimo verde, todavía sin pintar de amarillo. Les envío "La Visita" Un cuentito corto, que se desarrolla en la tranquila ciudad de la paz.
Un abrazo
Pascual.



LA VISITA

“El que te quiere de verdad, no vendrá a visitarte solamente los días domingos”. Sabias palabras las de mi madre; esto es una romería los domingos. Pero los días de semana, nada, y no ha de ser porque no encuentren mi morada. Nadie puede alegar que no me encuentra, está escrito el letras relevantes y a la vista de todo transeúnte, Malena Carmen de Sensini.

Manuel, es el único que me visita los martes, dice que no le gusta el chusmerío, que quiere estar conmigo a solas. Pero yo lo conozco muy bien, siempre ha sido tímido y parco para todo. Con decirles que viene y se pasa horas sin hablar y yo tengo que adivinarle hasta los pensamientos.

Si no fuera por él, ya me abría mandado a mudar, pero él me quiere y uno no existe si no lo quieren, por lo tanto lo tengo que cuidar.

Últimamente me estoy cansando de ser un alma libre encadenada por las visitas de Manuel, él es el único que me retiene. Al final de cuentas ¿Qué hago aquí? En este pueblito de soledades.

Cuanto me pesa mi libertad en su presencia, pero no lo puedo dejar, se ha abandonado un poco, se lo ve tan mal al pobrecito que un día de estos me lo traigo a casa y chau, se acabaron sus penurias.

Se le ha pasado por la cabeza quedarse aquí, pero mucho no le gusta, siempre le tuvo un chucho a esto. Aunque últimamente me parece que otra no le queda, está tan flojito del corazón el pobre, que si el martes logro hacer un ruidito que lo asuste…

Nos tomaríamos de las manos y le diría: vamos Manuel Sensini, dejemos este lugar lleno de casitas pequeñas, adornadas de flores y de cruces.

Pascual Marrazzo ©

Del libro: “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones “Tu Llave” colección “Nosotros el Sur”

martes, 7 de abril de 2009

El destino de esa cama

Hola lectores:
Desde un día azul y templado de un otoño emparentado con el verano, les envío "El destino de esa cama" En recuerdo de esas camas turcas con elásticos tejidos de alambre de acero. Cuando la trama se estiraba con el uso parecía que dormías en un agujero y si te sentabas descuidadamente pegabas tu cabeza contra la pared. No dejen de visitar mis blog y dejar un comentario: http://pascualmarrazzo.blogspot.com
http://tienetintatutintero.blogspot.com

Un Abrazo


Pascual.


EL DESTINO DE ESA CAMA

Pasas, no pasas, pasas, no pasas, pasas, pasas, no pasas, no pasas…………

Quizás esto me ocurre por haberme reído del niño Luis, de cuando contaba las ovejitas para dormirse, me hacía crujir el elástico de la risa.

O de cuando la María Cristina se me sentaba encima y yo le imitaba los cuescos con mi pata izquierda que estaba floja y la boluda se ponía colorada como el cogote de un pavo.

¿Por la chiches?… Por haber cobijado a las chinches ¿Y bueno yo que sabía que hacían tanta roncha! Después de todo, con un poco de agua hirviendo y DDT me las sacaron de encima y no volvieron más.

¿Por ser testigo de las travesuras del niño? Corría a todas las mucamas y la casualidad hacía que siempre las agarrara cuando tropezaban conmigo. La mucama, la cocinera o cualquier pollera merodeadora, porque a él le gustaba todo, cualquier cosa.

Una vez trajo una gorda que pesaba no menos de ciento veinte kilos. Me temblaron las patas cuando la vi, la malla de mi elástico se preparó para lo peor y para colmo la mucama había sacado el colchón a ventilar bajo el sol.

En su primera embestida me hizo llegar casi hasta el piso. Mi única venganza era morderle el culo a cada arremetida de Luis, que ilusionado creía ser el causante de los gritos de la gorda.

Me pasé una vida divertida y enamorada de un niño bien, Tantas veces acunando sus borracheras, cómplice de sus amoríos o compartiendo la tristeza de sus enfermedades.

Pero los niños crecen y se vuelven hombres y como hombres pagan siempre mal. Ahora es arquitecto, se esta por casar y para mi desgracia, me desprecia.

-- ¡Pero mamá! Es una cama vieja que no sirve más, ya nadie puede dormir en esas camas de elásticos donde te hundís todo…

Un día de estos me la llevo a la obra y que sirva al menos para zarandear la arena.

Pasas, no pasas, pasas, pasas, no pasas, pasas, no pasas, pasa……………….

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones Tu Llave, colección Nosotros el Sur

lunes, 6 de abril de 2009

Desprendimiento

Hola lectores
Desde un día gris, donde el otoño recién comienza a mostrarse con algunas hojas amarillas, les mando "Desprendimiento". Un cuento breve que escribí hace unos años cuando la sociedad discutía.
Un abrazo
Pascual


DESPRENDIMIENTO

Los médicos miran incrédulos, me revisan, dicen que todo está bien, que muy pronto habrá una nueva vida. Los pobres tontos se creen hacedores, burladores de la naturaleza. No se dan cuenta que no existe lo antinatural, sólo el desorden y éste, es parte de nuestro universo ¿O no?

Se que no estoy muy bien mirada por la sociedad, pero a mi no me importan los prejuicios de las costumbres. La vida si me importa, por eso estoy aquí, porque conozco la arena cálida y el baño del río. Porque salí del reposo de la vida para fundirme en vientre, vientre extraño, pero vientre al fin. Se que no tengo nada que ver con los óvulos y cromosomas, pero me han puesto a cumplir una función y aquí me encuentro acunando la vida, contando latidos.

Cuando el niño vaya a sus padres estaré feliz de haber ayudado ¿Y qué hay de malo en eso? Ahora resulta que ayudar a la perpetuidad genética es un pecado social. Como si Dios no existiera en los laboratorios ¿O acaso alguien duda de que esté aquí? No se puede condenar la prestación de un servicio de amor ¿Quién reniega del amor en cada elemento de la vida?

Los médicos están felices, el experimento resultó… Se lo llevan.

A nadie le importa mi desprendimiento, siento nuevamente el frío del vacío, de la soledad. Unas manos torpes que me tropiezan, ruedo y caigo para estallar en minúsculos cristales de probeta.

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones Tu Llave, colección Nosotros el Sur

viernes, 3 de abril de 2009

La última velada

Hola lectores
Desde un día gris calmo, con amenaza de agua, les envío "la última velada". Un cuento breve que enfrenta a dos generaciones con un final impactante. Los invito a entrar a mis blog: http://pascualmarrazzo.blogspot.com
Y no se olviden de dejar comentarios. http://tienetintatutintero.blogspot.com
Un abrazo
Pascual


LA ÚLTIMA VELADA

El viejo y pequeño salón de usos múltiples de la Sociedad Española iluminado como en sus mejores épocas y engalanado de flores ¡cuántas flores! Se me ocurre que hoy tengo todo el tiempo para observarlo, escudriñar la belleza de sus arañas de luces. Arañas de luces. Es increíble que alguna vez yo haya tenido tanta paciencia. Pareciera hoy que nos aparecemos con José mostrando dos ruedas de carro, viejas y destartaladas. Muy felizmente dijimos: Aquí están las luces y luego, días y días trabajando en la herrería, puedo ver los golpes en los remaches, los rulos ¡ay esos rulos! Todos decían ¡que arte! Pero yo digo paciencia, y aquí están, encendidas, majestuosas. Parecieran orgullosas, quizás por haber rodado tanto e iluminado esta sala durante cuarenta años.

Son pocos los que saben que la sala está hecha de adobe, menos los angelitos, a ellos los hicimos de yeso, el primer yeso que llegó a este pueblo. La gente pensaba que moldeábamos a los angelitos con harina, y el pobre Miguel con sus moldes de madera, todavía recuerdo sus gritos ¡y bueno hombre, que quieres, soy carpintero, no modelista de ángeles! Los he visto tantas veces y sin embargo hoy reparo en ellos más que nunca. Los veo vivos sonrientes. Hoy también tranquilizo mi conciencia de cuando me peleé con la mitad de la comisión directiva, porque querían demoler la sala – que no tenía sentido teniendo la sede nueva – que entraba una cancha de tenis más – Y el mocoso, el hijo del Pepe Almada, ese sí que me hizo subir la mostaza, llamarme a mí – viejo retrogrado – justo a mí que me deslomé trabajando con su padre para que hoy puedan tener algo – Que si no me lo sacan, lo cago a patadas, ese día sí, y que los otros se quedaron en el molde, eh, porque sabían que soy de pocas pulgas. Bueno pero eso ya pasó y hoy todos me dan la razón, lo veo en sus caras cuando me besan, como vamos a tirar por la borda tanto sacrificio, sirve o no sirve el pequeño salón de usos múltiples ¡lo ven, lo ven! Sirve para escuchar la música de los niños, porque aunque los padres no quieran saberlo, estos tienen música, los siento a mí alrededor, cuchicheando, y a las comadres haciéndoles callar. Esto se está animando.

Cada vez se apresura más la gente para poder verme, que alegría, mis hijos me besan, me lloran. Pienso en la pobrecita de mi mujer, que no puede ver esto, pues se fue hace tiempo. Me vino a la memoria de golpe, después de tantos años, pareciera que la tengo más cerca. Bueno, bueno, tengo que salir de aquí, me sofoco, tengo que salir, sacar mi alma. Rápido, rápido, éste jodido ha venido a cerrar la tapa del cajón.

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones Tu Llave, colección: Nosotros el Sur




miércoles, 1 de abril de 2009

La sorpresa de Justina Paz

Hola lectores
Desde un día azul de un otoño tibio y todavía muy verde, les envío "La sorpresa de Justina Paz". Un cuento con una tensión amorosa interesante.
Un abrazo
Pascual


LA SORPRESA DE JUSTINA PAZ

Justina Paz es una rutina diaria que me tiene en vilo; un vilo que me mantiene y empieza diariamente en mi deseo de verla, verla salir de su casa, medir el tiempo, salir a la vereda, bajar el toldo, sentir el taconeo de sus pasos y buscar la forma de darme vuelta para saludarla y aspirar su perfume. Luego, seguirla con la mirada hasta perderla en el dibujo de la mañana. Y, prolongando el tiempo en la imaginación, le hablo, me contesta, la miro, me mira… Cómo me duele ¿cómo ocurrió esto? ¿Cómo me enamoré?... ¿cuándo?

En realidad ya me había llamado la atención antes, pero fue recién el mes pasado cuando entró por primera vez a mi negocio, puedo recordar sus movimientos, sus figuras en cada una de las partes del local, su voz de ángel, de música mesurada.

-- ¿Esta video funciona? ¿Podemos verla? Perdón quise decir probarla.

-- Si señorita, como no.

-- ¿Qué precio tiene este televisor?

-- Es un regalo señorita, la mitad de su valor real… Y está como nuevo.

Podría reproducir cada una de sus palabras, cada acento, pero hay algo irreproducible en ella y es su mirada. Tiene algo de Gioconda, de firmeza suave, algo así como un candor avasallante, inocente e insostenible… Para traducirla hay que imaginarla, crearla (Leonardo la debe haber inventado para su tela, de otra manera no se puede reproducir…)

Todavía no sé donde trabaja, no tuve oportunidad de preguntarle, aunque algunos avances hice: es soltera y vive con su mamá, no esconde su edad, no tiene por qué. No me la imagino ni más joven ni más vieja, tiene treinta y cinco años y se me hace que son treinta y cinco primaveras todas juntas.

Me molesta mi juventud, tengo miedo de ser torpe, ella, ella es tan especial, me siento incómodo no puedo disimular, creo que se dio cuenta de que me gusta.

La semana pasada estuvo de vuelta, conversamos mucho y se interesó tanto de mis cosas, del negocio, de mi vida,.. Pronunció mí nombre dos veces:

-- ¿Hace mucho que tiene este negocio Ricardo? ¿Ricardo, por qué la gente vende tantas cosas nuevas?

Pero no estoy seguro, me parece demasiado maternal, me confunde, me inhibe,.. Es tan seria para vestir, con esa antigüedad clásica de blusas blancas de encajes y trajecitos sastre. Aunque todo esto a Justina Paz no la pierde en el tiempo, al contrario, la rescata, la aviva en la mañana eterna de los clásicos.

A veces la pienso inalcanzable, como a las mujeres de las tapas de las revistas. Justina Paz, Justina, paz Justina, paz, paz. Me vas a volver loco, no puedo guardarte más, ya ocupaste todos mis sentidos.

Cuando vuelva, porque va a volver, tengo que estar preparado, no puedo fallar, tengo que ensayar cada palabra, no me tengo que trabar, lo importante es mostrar seguridad: Justina a usted le gusta el teatro (seguro que le va a gustar) Porque tengo un par de entradas y pensé que a lo mejor le gustaría acompañarme. No, no suena bien, tengo que ser más original, leer algunos textos, eso, memorizar algunos diálogos, algunos chistes de salón. La tengo que deslumbrar, llevarla a cenar con champagne, comprarme pilchas nuevas, tres o cuatro salidas a todo vapor, con la billetera llena. Mañana mismo voy hacer negocio con el Cholo, es buena guita.

Justina, si ella supiera, tan moralista, tan pura. No entendería mi justificación, pero en fin, no tiene por qué saberlo y vale la pena arriesgarse por ella. Además, no tendría posibilidad si voy de frente. Los muchachos humildes ganan solamente en las novelas y Justina no es ningún cuento, es tan real que parece imposible. Es que la sueño tanto que se mezcla en una especie de fantasía que me desborda y me confunde.

Hoy tiene que venir, me dijo que le guardara la video,.. Estoy preparado, tengo la cabeza llena de frases ingeniosas, la voy a sorprender, tengo contestación para todo, no puedo rebotar. Me siento seguro, además leí a Borges, seguro que le va a gustar. Mañana es sábado, espero que no tenga ningún compromiso.

Allí viene, no me podía fallar, el corazón se me sale, que barbaridad, tengo que estar sereno.

-- Hola señorita Justina, la estaba esperando, ya tengo preparada la video,.. ¡Pero que elegante que está usted hoy!

-- Lo siento Ricardo, pero vengo en misión oficial -- abre su cartera y muestra su carnet de la federal.

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual

Ediciones Tu Llave, colección Nosotros el Sur