martes, 31 de enero de 2012

El ángel y el duende

Hola Lectores
Desde un fresquito día de verano, les envío "El ángel y el duende" Un breve cuento escrito para la Bodega más antigua de la Patagonia.
Un abrazo
Pascual



EL ANGEL Y EL DUENDE


¿Saben? yo tengo un ángel..
Claro, que no se me nota porque el pobrecito es tan humilde que no le gusta usar el anillo, esa aurora de oro que se les forma arriba de la cabeza.
Además de pobre, es despreocupado, tantos años juntos que me ha tomado confianza.
Él sabe que me cuido solo y viene a verme de vez en cuando..
Digamos, que a joder un poco, a no dejarme ser malo y esas cosas que tienen los angelitos. Eso sí, se va enseguida, casi siempre para asistir a la misa, a los bautismos y a los casamientos. Dice que no quiere dejar el yeso vacío porque rebota la música del órgano.
Cuando hace mucho calor y no tiene estos compromisos se mete en el mármol del angelito de la plaza, el que está en la fuente y ahí se remoja todo el tiempo.
Esta relación tan buena con mi angelito, me ha permitido también tener otro amigo:
Un Duende. Sí, un Duende; eso sí, escondido como mi propia sombra, pero por dentro, pegadito al alma, como si fuera la sangre, pero no lo es, es un Duende.
No es necesario ir a buscarlo, sólo hay que despertarlo.
Les diré que juntos, somos un despelote, un poco locos tal vez, pero la pasamos bien.
Como le conozco todas las mañas y sé que es un poco remolón lo hago aparecer por los pies. Por ahí, entre el tercer y cuarto sorbo de vino, del “Marcus”, ese, el gran reserva de Humberto Canale.

Pascual Marrazzo ©




Para uso exclusivo de la firma Humberto Canale SA.

viernes, 27 de enero de 2012

El ángel guardián

Hola lectores
Desde un día azul de verano, les envío "El ángel guardián" Un cuento para los que no aceptan al angelito de los niños, a ese Dios aparte que tienen los borregos. También para los que saben lo que es perderse en el manto blanco, donde se es ciego con los ojos abiertos y en blanco.
Un abrazo
Pascual



EL ANGEL GUARDIAN


Luis tenía la habilidad de escribir su nombre en la nieve con el orín de su propia vejiga. A mí siempre me faltaba la “o” de Francisco, hasta que descubrí que podía completar Pancho.
Después de bautizar el inicio del camino de nuestro descenso nos zambullíamos con nuestras tablas. Jugábamos a pasar rozando a los esquiadores novatos para darles miedo o nos hacíamos los tontos para atropellarlos. Lo cierto es que nos divertíamos rompiéndole las pelotas a los demás.
Nadie sabía de nuestras andanzas y nuestros padres nos tenían por ejemplo porque nosotros contábamos mentiras, rescates de niños, etc..
Un día, para variar, nos salimos de la pista y nos internamos en el bosque, el encanto nos entretuvo en un largo paseo y cuando reaccionamos estábamos perdidos.
El sol se había escondido y las sombras se hicieron noche. Los vientos aulladores se nos arremolinaban alrededor y la nieve inquieta y desconcertada, no terminaba nunca de posarse.
Creo que nos pusimos a llorar al mismo tiempo y comenzamos a pensar como pecadores. Prometimos que no mearíamos más en la nieve y que no molestaríamos más a los turistas. Memorizamos en voz alta una larga lista de travesuras e imploramos a los gritos una señal para el camino de regreso.
El sonido de un aleteo intermitente llegó a nuestros oídos. Pensamos que el Señor nos había escuchado y nos pusimos en marcha. De tanto en tanto caíamos y nos quedábamos abrazados al calor que quedaba en nuestros cuerpos, semienterrados con los labios morados bajo una mortaja puntillosa, hasta que el aleteo de nuestro Ángel nos volvía a indicar el sendero.
Varias veces pensamos en abandonarnos, gastar nuestra última energía en un abrazo eterno, pero siempre el alado sonido nos conmovía con su insistencia y nos daba la esperanza necesaria para encontrar nuevas fuerzas.
Casi arrastrándonos llegamos al patio de una cabaña. Hubiéramos despedido ahí nuestras vidas si no fuera por el Ángel que agitaba sus alas casi arriba de nuestras cabezas.
Entonces lo vimos por primera vez. En el tendero colgaba un harapo que sacudía y golpeaba sus palmas de lona con gestos espasmódicos provocados por el viento.
Pasó mucho tiempo desde aquella peligrosa aventura de niños. Sin embargo, cuando alguien alude a que Dios está en todos lados, yo recuerdo patente el harapo colgado del alambre.

Pascual Marrazzo ©

jueves, 26 de enero de 2012

El ángel de la guarda

Hola lectores
Desde un día azul de verano, les envío "El ángel de la guarda" Un cuento breve para hacer pensar a los mayores.
Un abrazo
Pascual



EL ANGEL DE LA GUARDA


“El angelito te va a cuidar, te va a defender” - decía mi Abuela.

En cambio la Tía, mas arpía que Tía, me decía: “o tomas toda la sopa o llamo al viejo de la bolsa”
En ese debatir de niño veía al Ángel que mencionaba la Abuela y me lo imaginaba como al príncipe valiente, con los atributos recibidos del Rey Arturo.
Era seguro entonces, que el día que no quisiera tragarme los dedalitos. Mi Ángel se enfrentaría al viejo de la bolsa y con semejante espada, le cortaría la cabeza.
Así que en ese convencimiento, tomé la decisión, y no el brebaje. Quería desprenderme de una buena vez de las amenazas de ese horrible viejo.
La Tía me calentó el traste con la zapatilla y que hablar de sentarme a la mesa, Ahora acostado boca abajo, busco despertar a los Ángeles del sueño y preguntarles por el viejo de la bolsa, por mi Ángel guardián, por la bigotuda de mi Tía y por mi Abuelita. No aparecieron ni uno ni el otro y ni hablar de mis privilegios, esos que anuncian en la radio.
Cuando sea grande me tengo que acordar, porque con la edad se pierde un poco la coherencia.

Pascual Marrazzo ©

martes, 24 de enero de 2012

El amor es sordo

Hola lectores
Desde un día azul y blanco de verano, les envío "El amor es sordo" Un diálogo alegre y real, con sabor a cuento.
Un abrazo
Pascual



EL AMOR ES SORDO


Recién acostados, la pareja de enamorados tiende a abrazarse.
- Estoy incordiosa - dijo ella dándole la espalda.
- Ya sé que sos una Diosa - contestó el Negro y le zampó una
ventosa en el medio de la columna vertebral.
La negra se dio vuelta en un corcoveo como para rasguñarlo, pero cuando le vio la cara de felicidad, aflojó y fue más suave.
- Vos me estás tomando para la farra.
- No, mi amorcito, si yo no estuve tomando y menos de farra. Usted sabe que el negro se gasta todo el cariño aquí.
Y comenzó a llenarle la oreja de arrumacos.
- Bueno dejáte de joder que me estás poniendo nerviosa.
Entonces el negro abrió la bocaza y la sorprendió mordiéndole la trompa casi hasta ahogarla y cuando la soltó, teniéndola tan flojita le dijo:
- Claro que sos mi Diosa, mi Negra.
Pascual Marrazzo ©

lunes, 23 de enero de 2012

El amante

Hola lectores
Desde un día gris, húmedo y caluroso de verano, les envío "El amante" Un cuento breve que juega con la ignorancia de los niños sobre las pasiones de los mayores.
Un abrazo
Pascual



EL AMANTE


Siento alguna curiosidad y me hago preguntas sin respuestas ¿Por qué voy detrás de ese dolor necesario? El mismo que me permite sobrevivir en este asunto del amor ¿De dónde salen las ideas y la fuerza que me abunda para transitar esta pasión y el romanticismo de tanta juventud amontonada?
Ayer, después del ardor de la fiesta, un poco antes de despedirme de ella, no pude aguantar otro espacio vacío y le robé su voz. Al principio la escondí detrás de las orejas donde luego la recogió mi alma.
Ahora, cuando quiero, escucho su canto con sabor de piel enamorada. Pero no me alcanza, no puedo dominar una lágrima terca, rabiosa y sufro una cadena de intemperies con relámpagos de amor. Prisionero tras los barrotes del pensamiento que la hacen vivir en mí, mi nieto me libera, hace que vuelva, pregunta.

-- ¿Qué te pasa abuelo, estás llorando?
-- Sí, un poco.
-- ¿Por qué abuelo?
-- Porque Caperucita se comió al lobo.
--¿Me estás jodiendo?

Entonces reímos y lo disfruto, pero sigo con mi mochila pesada de coraje sin usar, del que duele y no te da ninguna alegría.

-- ¡Dale abuelo! ¿Decíme por qué estabas llorando?
-- Porque tomé mucha agua y no quería ir a hacer pis, se me desbordó por el ojo.
-- ¡Ufa che, contáme!
-- ¿Si te lo cuento, te vas a dejar de joder?
-- Sí.
-- ¿Me lo prometés?
-- Si, pero decíme la verdad.
-- Estoy enamorado.

Entonces volvemos a reír y lo disfruto, vaya que nos reímos… Hasta que vuelve a preguntar.
Pascual Marrazzo ©

sábado, 21 de enero de 2012

Diálogo I

Hola lectores
Desde un día tormentoso, gris y oscuro, les envío "Diálogo" Un cuento, no tan cuento, para despertar a los que han perdido la vocación de buenos maridos.
Un abrazo
Pascual



DIALOGO I


• Tenés que dialogar – me dice Luisa -- no podés seguir así.
Y yo trato, hablo hasta por los codos, pero él no me contesta y sigue leyendo el diario y yo le tengo paciencia y espero que lo lea todo. Espero, pero él se levanta satisfecho, aspira el aire y prende la tele. Y yo,.. Yo estoy por explotar, voy a gritar, el aceite me espera caliente en la sartén y voy poniendo las albóndigas que una a una me van diciendo: ssssss, ¡Que me calle! Y las lágrimas salen crujiendo desde mis ojos y se hace el milagro. El habla, grita, discute, cambia impresiones con el locutor del partido de fútbol que está mirando y pienso “y si me pongo a jugar a la pelota, que ridícula y si me desnudo en la cocina y lo interrumpo con el cigarrillo en la boca. Me desnudo sí, pero el cigarrillo no, me da vergüenza “.
Al fin me desnudo y empiezo a limpiar el piso, refriego y refriego el trapo gris, lo llevo hasta debajo de sus zapatos. El levanta los pies, pero no me mira, no se da cuenta que estoy sin ropa. Tocan el timbre, ni me mira ni se inmuta. Insisten, el timbrazo es más prolongado, se oye más fuerte. -- ¡Atendé! Me grita y yo, yo hago coraje y atiendo desnuda, para vengarme.
Pero es Luisa que se lleva las manos a la boca y pregunta -- ¿Qué estás haciendo en pelotas?..
Estoy ¡Estoy tratando de dialogar!
Pascual Marrazzo©

miércoles, 18 de enero de 2012

Discriminación

Hola lectores
Desde un día azul, de verano, les envío "Discriminación" Un cuento breve que vuestra imaginación podrá expandir.
Un abrazo
Pascual



DISCRIMINACIÓN


Martel había heredado la piel de los esclavos africanos y por ende, el odio a los captores blancos.
Tal vez, fue por ello que la violó con la saña de un salvaje, aunque después su alma quedara herida por el amor.
Katy era irlandesa. Tenía fobia por los negros, los protestantes y los judíos. También por una lista en la que era posible, se encontrase ella misma. Especialmente ahora, que había descubierto su debilidad de mujer.
La niebla, encendida por el farol del parque desplegaba una luz espesa, ideal para otra emboscada.
Un sorprendido ardor en el pecho y verla frente a él empuñando un revolver humeante, fue un solo sentido. Disparó su ágil brazo de boxeador y la atrapó del cuello. Eran dos marionetas de ojos fijos y sin párpados prontas a quebrarse, hasta que se derrumbaron sin vida.
Por la mañana, el sol con su escoba de paja dorada fue barriendo la niebla, hasta que los encontró como a dos enamorados.
Entonces sus sombras se fueron desparramando como un charco de vida eterna, se dieron cuenta que eran iguales y se desprendieron de los cuerpos.
El sol desesperado quiso atraparlas, pero ellas, desaparecieron.

Pascual Marrazzo ©

viernes, 13 de enero de 2012

Círculo

Hola lectores
Desde un día azul de verano, les envío "Circulo" Un cuento que deja varias enseñanzas, primero que hay que cuidar la guitarra...
Un abrazo
Pascual



CIRCULO


La mujer, el apero y el tordillo, eran los tesoros del gaucho que él aspiraba destruir. Con inquina solapada se acercaba al rancho cada vez que Don Ramón salía a recorrer la hacienda. Día a día, gota tras gota, le ganó la mujer.
Después la Rosaura, a puro mate con yuyos, se encargó de que heredara los gustos del difunto.
Entonces Ramiro, se hizo cargo también de los trabajos del campo y salía airoso a galopar la suerte.
Al poco tiempo, otro gaucho merodeaba a la Rosaura.

Pascual Marrazzo ©

lunes, 9 de enero de 2012

Brindemos

Hola lectores

Desde un día sepia, ceniciento, les envío "Brindemos" Una poesía erótica.

Entre tantos brindis que han tenido estos últimos días...

Un abrazo

Pascual



BRINDEMOS

Cuando el deseo merodea nuestra piel
espero la determinación de la locura
anhelos de pasión
tu dolor y el mío

Cuando la sangre nos llama
las ganas de tu cuerpo entran en el mío
mi fuerza penetra en tu refugio
y tus ojos tañan las campanas

Tu alborotada cabellera me cabalga
me ahoga en una música sedienta
el sabor de tu cuerpo se funde en mi boca
y las copas del brindis ya están vacías

Pascual Marrazzo ©

sábado, 7 de enero de 2012

El registro

Hola lectores

Desde un día azul de verano, les envío "El registro" Un cuento breve inspirado en un trámite, más unos ojos encandiladores.

Un abrazo

Pascual


EL REGISTRO


Entró en las oficinas de la municipalidad; su registro estaba vencido y era hora de renovarlo.

Pensó en todas aquellas veces que lo había hecho. Recordó cuando le rechazaron las fotografías porque se veía muy joven y esa vez en que lo bocharon porque no supo reconocer la señal, esa señal tan familiar:

“ Ya sé que contestó bien todas menos ésta, pero ella es muy importante y si no me la reconoce no lo puedo dejar pasar “

Entonces se volvió y compró el librito del ACA y la vio –”CONTRAMANO”. Reconoció que jamás la aprendería, toda la vida había andado a contramano. Rebeldías tontas de ser distinto.

Había renovado tantas cosas, pero esto, de renovar para manejar y manejar para renovarse, cuando para él la vida era una constante renovación. Cuántos sentimientos renovados, modificados y él con el carné vencido como si fuera el culpable de que el tiempo corra y sin tropiezos lo deje atrás.

Dejó los recuerdos y buscó en los compartimentos de atención al público una sonrisa, unos dientes blancos, algo que le alegrara el corazón, pero no lo encontró.

Como no era de darse por vencido buscó dentro de los muebles, debajo de los escritorios, detrás de las cortinas, hasta que en una curva, (en U, según la señal) apareció ella.

No hizo falta la presentación, los dos sabían de qué se trataba. Eran dos infractores, él tenía el registro vencido, ella no tenía licencia para manejar esos ojos... y esa manía de andar a contramano...

Pascual Marrazzo ©

viernes, 6 de enero de 2012

La doma

Hola lectores

Desde un día azul lleno de ceniza, les envío "La doma" un cuento que fotografía parte de nuestra cultura, con un final de cuento.

Un abrazo

Pascual



LA DOMA


Enmarcado en un pedacito del campo cordillerano, se veía al gentío como un crisol de colores. La insignia patria se mezclaba con el cielo patagónico.

El potro miraba con recelo al hombre, que inquieto, se aseguraba que todo estuviese en orden. La cincha, el largo de los estribos, las riendas sanas y anudadas a la altura de las crines. . .

El momento llegó y el jinete, ayudado por dos paisanos se afirmó en la montura.

El tordillo, no queriendo mostrar su bravura dio dos pasos al frente y se quedó posando como ante un fotógrafo antiguo.

El silencio se adueñó del jolgorio y hasta de los gritos de los niños trepados en los árboles.

Aniceto Cruz, revoleó el talero con la mano en alto y le dio dos guascazos, que el noble animal ignoró.

Los turistas intuían la anormalidad y acompañaban con miradas cómplices y risueñas, que el domador recogía embarazado en su montura.

Entonces, una turista rubia y saludadora le hizo relumbrar un seno desnudo y el jinete se encabrioló. Tanto, que el pobre potro no tuvo más remedio que galopar, para poder domarlo.

Pascual Marrazzo ©

Del Libro “Amasando Ironías”

Editorial La Casa del Escritor

jueves, 5 de enero de 2012

Regalo de reyes

Hola lectores

Desde un día gris de verano, les envío "Regalo de Reyes" Un cuento donde la fe no se nombra, pero es la principal protagonista.

Un abrazo

Pascual


REGALO DE REYES


Queridos Reyes Magos: Este año no quiero que me traigan ningún juguete. Tampoco quiero que le traigan algo a mi hermanita – aunque ella se los pida – Quiero cambiarles los regalos por un remedio que cure a mi mamá. Ella está en el Hospital de Cipolletti y escuché a los Doctores, decir que no tiene remedio y que se va a morir si no ocurre un milagro. Si con los regalos de este año no alcanza, también pueden quedarse con los del que viene y el otro, pero por favor, no dejen que mi mamita se muera. – Atte. José Cáceres – 2° B –

Cuando leyó la carta, el padre del niño no pudo reprimir su dolor y se puso a llorar. Después, tratando de salvar la ingenuidad del niño, buscó un paquete de pastillas de menta y les pasó la lima de las uñas para borrarles la marca, lavó un frasquito de medicina y las colocó adentro.

El día de Reyes, José despertó con el frasco dentro de una de sus zapatillas y la alegría no se hizo esperar. Fue corriendo a decirle a su papá, para que lo llevara al hospital, para que su mamá pueda tomar el remedio, para que se enteren los Doctores, que él lo había conseguido y que si venía de los Reyes, no podía ser malo.

José Cáceres llegó a la adolescencia sin que los Reyes Magos le hayan traído un juguete, pero él cree y los defiende fervientemente.

Pascual Marrazzo ©