jueves, 29 de septiembre de 2011

Compromedita

Hola amigos

Desde un día azul de Primavera, les envío "Comprometida". Un raye que encierra un amor encerrado.

Un abrazo

Pascual


COMPROMETIDA


Desde aquella primera vez en que nos vimos, nuestras miradas fueron pausadas, llenas de ganas y ojos abrillantados. El silencio las encerraba como una coraza a la indiscreción. Pero los dos sabíamos distinguir el tan, tan, del corazón como una campana que alentaba la entrada del amor. Después quedábamos con los recuerdos de esos momentos. Pequeños espacios guardados en nuestros párpados, en las ansias del sueño esperando y la infinidad de amaneceres vagabundos. Mis manos en abanico buscaron siempre la piel ausente para herirse de saciedad, ellas tenían la promesa de una oportunidad. Mis dedos se empecinaban en querer hablar de amor, se cerraban y en forma de puño, me amenazaban para que la vaya a buscar.

Pascual Marrazzo ©

domingo, 25 de septiembre de 2011

El espejo

Hola lectores

Desde una tarde de domingo democrático, les envío "El espejo" Un cuento breve de una gran autoestima, pero....

Un abrazo

Pascual


EL ESPEJO



“El que se enamora de sí mismo, no tiene rivales”. Ernesto había tomado esa frase de alguna parte, quizás de un “Patoruzito”, porque la conocía desde niño y a él no le llegaban los libros.

Lo cierto es que la tomó tan a pecho, que disfrutaba mirándose en el espejo, reafirmando su amor y aprendiendo a quererse. Se veía hermoso aunque su apariencia hacia los demás, no lo favorecía. Su autoestima, como era de esperar en estos casos, llegaba a las nubes.

Diariamente, el espejo le devolvía la mirada sonriente, el placer, el cuidado peinado y hasta el aroma de su propio perfume.

Cuando se enamoraba, disfrutaba de su cara de boludo, porque sabía que así tenía que ser. Pero cuando tenía algún problema, se desesperaba. Buscaba por todos los medios hacer caso omiso a sus canas y sus arrugas. Sus ojos se posaban en la piel de su cuello y en la de las manos, donde nada se puede disimular ni esconder.

Estos trechos cortos de su vida no duraban mucho, él sabía zafar siempre con un amor nuevo y éste retroalimentaba el amor hacia él mismo.

No era fácil de entender, tampoco nadie podía imaginar cómo terminaría esta historia. Hasta que una tarde, el aburrido espejo se cansó y aflojó el clavo de la pared.

Pascual Marrazzo ©

sábado, 17 de septiembre de 2011

El ángel y el duende

Hola lectores

Desde un día ceniciento, les envío "El ángel y el duende" Un cuento breve que escribí pana la bodega de Humberto Canale y especialmente para los amigos que tengo ahí.

Un abrazo

Pascual


EL ANGEL Y EL DUENDE


¿Saben? yo tengo un ángel..

Claro, que no se me nota porque el pobrecito es tan humilde que no le gusta usar el anillo, esa aurora de oro que se les forma arriba de la cabeza.

Además de pobre, es despreocupado, tantos años juntos que me ha tomado confianza.

Él sabe que me cuido solo y viene a verme de vez en cuando..

Digamos, que a joder un poco, a no dejarme ser malo y esas cosas que tienen los angelitos. Eso sí, se va enseguida, casi siempre para asistir a la misa, a los bautismos y a los casamientos. Dice que no quiere dejar el yeso vacío porque rebota la música del órgano.

Cuando hace mucho calor y no tiene estos compromisos se mete en el mármol del angelito de la plaza, el que está en la fuente y ahí se remoja todo el tiempo.

Esta relación tan buena con mi angelito, me ha permitido también tener otro amigo:

Un Duende. Sí, un Duende; eso sí, escondido como mi propia sombra, pero por dentro, pegadito al alma, como si fuera la sangre, pero no lo es, es un Duende.

No es necesario ir a buscarlo, sólo hay que despertarlo.

Les diré que juntos, somos un despelote, un poco locos tal vez, pero la pasamos bien.

Como le conozco todas las mañas y sé que es un poco remolón lo hago aparecer por los pies. Por ahí, entre el tercer y cuarto sorbo de vino, del “Marcus”, ese, el gran reserva de Humberto Canale.

Pascual Marrazzo ©

Para uso exclusivo de la firma Humberto Canale SA

jueves, 15 de septiembre de 2011

El ángel de la guarda

Hola lectores

Desde un día gris ceniciento, les envío "El ángel de la guarda" un cuento breve para mayores. (tónico para la memoria)

Un abrazo

Pascual


EL ANGEL DE LA GUARDA


“El angelito te va a cuidar, te va a defender” - decía mi Abuela.

En cambio la Tía, mas arpía que Tía, me decía: “o tomas toda la sopa o llamo al viejo de la bolsa”

En ese debatir de niño veía al Ángel que mencionaba la Abuela y me lo imaginaba como al príncipe valiente, con los atributos recibidos del Rey Arturo.

Era seguro entonces, que el día que no quisiera tragarme los dedalitos. Mi Ángel se enfrentaría al viejo de la bolsa y con semejante espada, le cortaría la cabeza.

Así que en ese convencimiento, tomé la decisión, y no el brebaje. Quería desprenderme de una buena vez de las amenazas de ese horrible viejo.

La Tía me calentó el traste con la zapatilla y que hablar de sentarme a la mesa, Ahora acostado boca abajo, busco despertar a los Ángeles del sueño y preguntarles por el viejo de la bolsa, por mi Ángel guardián, por la bigotuda de mi Tía y por mi Abuelita. No aparecieron ni uno ni el otro y ni hablar de mis privilegios, esos que anuncian en la radio.

Cuando sea grande me tengo que acordar, porque con la edad se pierde un poco la coherencia.

Pascual Marrazzo ©

lunes, 12 de septiembre de 2011

El amante

Hola lectores

Desde un lunes azul que se acerca a la Primavera, les envío "El amante" Un cuento breve que muestra la incredulidad de los niños, respecto a los mayores.

Un abrazo

Pascual


EL AMANTE


Siento alguna curiosidad y me hago preguntas sin respuestas ¿Por qué voy detrás de ese dolor necesario? El mismo que me permite sobrevivir en este asunto del amor ¿De dónde salen las ideas y la fuerza que me abunda para transitar esta pasión y el romanticismo de tanta juventud amontonada?

Ayer, después del ardor de la fiesta, un poco antes de despedirme de ella, no pude aguantar otro espacio vacío y le robé su voz. Al principio la escondí detrás de las orejas donde luego la recogió mi alma.

Ahora, cuando quiero, escucho su canto con sabor de piel enamorada. Pero no me alcanza, no puedo dominar una lágrima terca, rabiosa y sufro una cadena de intemperies con relámpagos de amor. Prisionero tras los barrotes del pensamiento que la hacen vivir en mí, mi nieto me libera, hace que vuelva, pregunta.

-- ¿Qué te pasa abuelo, estás llorando?

-- Sí, un poco.

-- ¿Por qué abuelo?

-- Porque Caperucita se comió al lobo.

--¿Me estás jodiendo?

Entonces reímos y lo disfruto, pero sigo con mi mochila pesada de coraje sin usar, del que duele y no te da ninguna alegría.

-- ¡Dale abuelo! ¿Decíme por qué estabas llorando?

-- Porque tomé mucha agua y no quería ir a hacer pis, se me desbordó por el ojo.

-- ¡Ufa che, contáme!

-- ¿Si te lo cuento, te vas a dejar de joder?

-- Sí.

-- ¿Me lo prometés?

-- Si, pero decíme la verdad.

-- Estoy enamorado.

Entonces volvemos a reír y lo disfruto, vaya que nos reímos… Hasta que vuelve a preguntar.

Pascual Marrazzo ©