Hola lectores
Desde un día azul de primavera, en la quietud de hojas verdes y más verdes, les envío “El amor del jardinero” Un raye de carácter o caracteres de raye, que juegan a la metáfora de un amor que se escapa de la palabra difícil para entrar en lo complicado, que es totalmente diferente.
Un abrazo
Pascual
EL AMOR DEL JARDINERO
Mi amiga tiene algunas genialidades que suman y unos miedos que restan. Es de las que se resisten a entrar cuando uno les abre la puerta, pero luego te sorprende desde adentro con una sonrisa y mirando tu cara incrédula, te dice: “Entré por la ventana”.
Su carácter es flexible y fuerte como los brazos de una madre. Tiene la ansiedad de la impaciencia, pero nunca muestra enojo, más bien tristeza. A veces le cuesta ceder el paso y mantener distancia, pero aunque todavía no sabe aceptar totalmente su cuerpo ni sus pensamientos, no se acobarda. Arrastra sus miedos tan amorosamente que me afiebra el deseo con una marea de enamoramiento. Atiza la pasión con sus secretos silencios y candorosas miradas, en su elegancia se nota la bravura de
Una vez, en grave estado de soberbia, dañé mi razón y concebí una promesa con su fantasma. Recuerdo que le dije algo así como: “¡Permíteme volar con ella, maldito entrometido!”. Y él me respondió: “Es una Reina que me pertenece hace más de mil años, no puedo dejarte volar con ella”. Sólo un día le contesté (mintiendo, pensando en robar, en adueñarme) era tanto mi deseo, que no me importaba ser culpable o inocente. No sé si fue caridad o castigo, pero me dejó volar con ella un día entero. Fue así que descubrí la tormenta…
Ahora las huellas del amor se le han borrado con la lluvia y en cada herida le han nacido flores. Yo cultivo humildemente dos canteros de “no me olvides” en las ojeras violetas de sus ojos.