viernes, 28 de septiembre de 2012

Hay un jardín en mi corazón



Hola lectores
Desde un día azul de primavera, les envío "Hay un jardín en mi corazón" Un raye primaveral, donde el amor se entrelaza con la naturaleza.
Un abrazo
Pascual





HAY UN JARDIN EN MI CORAZON

Hay racimos de doradas trompetas listas para copular, con una suave música  remolinea y arrastra la hojarasca hasta donde habitan los amores. Un abejorro incansable invita una a una con su canto, mientras el aromo juntando fuerzas le quita el amarillo al sol. Jazmines estrellándose en el muro, aquí y allá,  hamacándose en una brisa enamorada y bailando un vals hasta caer en los rincones. Una hiedra desesperada por tocar el cielo y en verdad, lo toca. Como un gendarme, un estilizado pino cuida los límites. Los rayos dorados  se asoman y arden los últimos alientos tras una Santa Rita que llora un ramillete de sangre. Una mujer cubierta de sol, espera un beso para abrir una flor. La misteriosa melodía crepita, alguien la rompe bajo sus zapatos y sólo me quedan en la miel de mi memoria las primaveras de mariposas ardientes, como saborear libremente el amor, devorar con lujuria la carne y sellar el gozo de mis locuras.

                                                                                                            Pascual Marrazzo ©


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Flor y truco



Hola lectores
Desde un día azul de primavera, les envío "Flor y truco" Un raye para imaginar el amor a través de las cartas.
Un abrazo
Pascual




FLOR Y TRUCO


Hagamos una manito y desbarajemos el juego de nuestro amor para entrar en el truco de los enamorados. Donde las cartas bravas no tengan valor y las que se jueguen, sean solamente caricias. Barajemos la noche con gajos de mandarina, usemos las cáscaras como ceniceros, las semillas para tantear y el zumo para pintar tus labios de agridulce. Mezclemos bien cada una de las partes de tu cuerpo y el mío, para enredarnos en el mazo nuevo de las sábanas verdes. Demos de abajo, despacito, hagamos relumbrar primero el siete de oro  para que salte el As de espada; nada de hacernos la sota y orejeando, orejeando, hasta que asome, no dejemos de  palpitar una flor.

                                                                                                               Pascual Marrazzo ©