miércoles, 22 de julio de 2009

El héroe

Hola lectores
Desde un día azul de invierno, de mucho invierno, les envío "El héroe" Un cuento que trata de descifrar o encontrar de dónde provienen los actos heroicos. ¿Son realmente humanos?. Sin confundir la valentía con el heroísmo, pareciera que se trata de una fuerza adicional, una mano que nos dan de afuera. Los dejo con la reflexión y seguramente encontrarán algún ejemplo vivido u observado.
Un abrazo
Pascual


EL HÉROE


A Martín le encantaba ir a la playa con su Abuelo, sabía que volvería con una bolsa llena de almejas y no sé cuántas hazañas contadas por él, donde los hechos de justicia y pasión se le hincarían en su memoria junto a los que ya atesoraba.

Por ello tal vez decidió sacarse la ansiedad que le producía la incipiente aventura y le propuso una entrada al mar, que a esa hora se mostraba apático.

El calor no apretaba todavía, pero el Abuelo comprendía que a un niño de 10 años las calorías le sobraban. Claro que para él las cosan no eran iguales, por lo que autorizando a su nieto y dándole mil recomendaciones le dijo que se quedaría leyendo en la duna caliente y que desde ahí lo estaría vigilando.

Martín disfrutaba como nunca de la calma del mar y el Abuelo otro tanto de su lectura, de vez en cuando, miraba retozar al muchacho y continuaba leyendo.

Fue un instante de literatura intensa, que tal vez coincidió con una brisa traicionera o quizás lo tocó el sueño. Lo cierto es que llegó el pedido de auxilio, no en sonido sino más bien en forma de intuición.

Bajó las dunas como una tromba y corrió por la arena blanda. Fueron doscientos metros o algo más, sólo eso bastó para que su corazón reventara y él cayera justo en el límite de la arena húmeda.

Murió mirando el cielo, implorando a Dios o soñando una proeza póstuma para contarle a su nieto.

Mientras, el niño lo llamaba entre bocanadas de agua y estiraba los brazos con tal fe y decisión que sintió como las manos aventureras del Abuelo atenazaban su carne y lo arrastraba hasta la playa, después lo vio caer.

Cuando vinieron sus padres les explicó:

El Abuelo me sacó del agua cuando me estaba ahogando, luego se durmió.

Y les mostraba, como el crucifijo del Abuelo se le había enredado en sus brazos.

Pascual Marrazzo.

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