jueves, 25 de noviembre de 2010

El secreto de la leña y el leño

Hola lectores

Desde un día azul de verano, les envío "El secreto de la leña y el leño" Un raye con gusto a ensayo.

Un abrazo

Pascual


EL SECRETO DE LA LEÑA Y EL LEÑO


“El deseo es la meta y la voluntad es el camino. El primero no se aprende, es como el amor, nace sin que te lo hayan enseñado. Pero la voluntad es un camino lleno de espinas donde vamos tomando experiencia y aprendemos. Si esta senda contiene entusiasmo las posibilidades de llegar son mayores, pero también los golpes a sufrir más fuertes. Si le agregamos la pasión, está casi asegurada la meta… o el abismo.”

Lo había acabado de leer en un cuento de Pascual y como consejo no me servía de mucho. Tampoco entendía demasiado lo del abismo y esa forma de decirlo con sabiduría, como si se tratase de un ensayo literario.

A mí el amor me estaba doliendo; era como un riesgo que me hacía bailar en puntas de pie, el vértigo de alcanzar una estrella y la vida plena.

Me apenaba hablar del amor que viene y se va, amaina o tal vez perdure para toda la vida.

Todo sería en función a cómo se trate. En principio es como si dos leños se entrelazasen y se encendiesen: a partir de ahí, puede ocurrir que un balde de agua los apague, algo externo que interviene y produce este desenlace. Pero cuando el fuego amaina lo hace porque cada leño consume sus fuerzas hasta que se apaga: El que perdura, el que va más allá es el que tiene el arte de renovarse. Siempre está tras un combustible nuevo. Se encuentra con la risa y anuda su sombra en el farol de la esquina. Susurra canciones en los oídos, porque el susurro es una caricia escondida. Enciende las estrellas con los ojos y sus manos se convierten en mimosas plumas. Inquieta el crepúsculo con los colores de la pasión. Retoza en la armonía de un jardín flagelado de promesas. Es como un tren que taconea en cada unión de vías y no le da tregua a la modorra. Un viaje con ventanas a la vida que no retrocede, donde una manta de viaje sólo cubre los pecados del deseo.

Es casi incomprensible comprobar cómo éstos no revientan en brasas, cómo huyen de las cenizas. Es la diferencia entre acompañar los cuerpos con los sentimientos o dejarlos solos con sus ganas. El fuego que detiene el devenir del tiempo, el misterio que cobija la timidez del amante, el desenfreno de las miradas que se sostienen y abrevan su sed. Se trata del vendaval que corre por las venas, la lluvia de nostalgias que alivian el calor. La trama de un otoño que se niega y lucha contra la prepotencia que desviste y araña como un despiadado violador.

El secreto no está en la cantidad de mantas que pongamos para hacerle frente a la envidia del próximo invierno. Está en que ella, sea tejida por los dos.

Pascual Marrazzo ©

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