martes, 16 de noviembre de 2010

El orador

Hola lectores

Desde una tardecita con gusto a futbol, les envío “El orador” Un raye con gusto político, que trata de los discursos vacíos y sin dirección.

Un abrazo

Pascual


EL ORADOR



Lo más parecido a ese discurso político, era una máquina de coser que recorrió kilómetros de tela con las puntadas de su aguja sin hilo en el ojal ni en el carretel. Y éste que estaba escuchando no escapaba de las características habituales. El orador “se afanaba a sí mismo” subestimando a los oídos analfabetos, sin tener en cuenta que el hombre no trasmite solamente a través de las palabras y que la naturaleza no soporta el vacío.

El hombre le hablaba a la juventud porque eran los dueños del futuro, los sucesores. Pero mientras tanto los dejaba afuera, sin poder participativo. (Y los muchachos, por supuesto, se la pasaban haciendo quilombo).

El hombre le hablaba a los viejos, para que den un paso al costado. Como si éstos por ser viejos y sabios, entrasen en la lista de los retazos. (Y los mayores, por supuesto, no sentían culpa de ser viejos).

El hombre hablaba de sus enemigos políticos, sin referirse a sus adversarios. Como en los viejos conventillos de San Telmo, sacaba y sacaba los trapitos al sol. (Y los enemigos por supuesto, le devolvían con creces las puteadas).

A medida que aumentaban las palabras, disminuían las verdades y me preguntaba si, en algún momento, me hablaría a mí.

Pascual Marrazzo ©

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