domingo, 21 de noviembre de 2010

El sanador

Hola lectores

Desde un domingo en las puertas del verano, les envío “el sanador” Un raye que busca demostrar la debilidad del amor, frente al hielo calculador.

Un abrazo

Pascual



EL SANADOR



No puedo dejar de parpadear, cuando me llegan las olas azules de tus ojos. Se rompen los silencios entre la mirada intermitente. El amor se adueña de mis deseos y los deshoja como a una margarita. La escarcha lo resucita en otro día más frío, hiere sin cuartel, me quema. Mi locura vuela como un pájaro roto y la música de mi alma suena a llanto de violín.

Sólo puedo mirarte los pies sin pestañar, y en paz, quemar mis manos en las caricias a tu empeine, aliviar el tobillo dolido y la palma. Usar para mi propio escarmiento, mis manos de sanador en el cuerpo de mis antojos.

No me reconozco, siempre me fue fácil pulsear la mirada de una mujer comedora de hombres.¿Por qué entonces, el amor me doblega y me quita la valentía de decir...? Atravieso a nado el hambre de quererte y me ahogo de ternura en tus pestañas húmedas.

Si no fuera que el enamoramiento emboba tanto y tú lo notas porque eres mujer, no tendría la persistencia de querer entrar dentro de tu alcoba. Pero mi pasión no tiene cadencias, es una misteriosa rapsodia que abre las entrañas del corazón, como si este fuese el instrumento de su música.

Pascual Marrazzo ©

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