lunes, 15 de marzo de 2010

El camino

Hola lectores

Desde un día azul de verano, les envío “El camino” Un cuadro de algún pintor que fabricó un camino arbolado de ambos lados, donde el sol dibujaba escaleras de sombra. El camino se perdía en el horizonte de manera sinuosa y se lo veía extremadamente largo dentro del cuadro colgado de la pared. Uno podía elegir el lugar donde meditar, podía imaginar si terminaba en el horizonte o si venía de él. Si entraba o salía. Toda una vida estaba ahí, colgada de una pared de madera.

Un abrazo

Pascual



EL CAMINO




Hay un camino cercado de árboles robustos y muy pocas flores, donde el sol acuchilla reflejando su hoja. No sé cuando termina, sí que lo transito y estoy muy lejos de su mismo principio. Pero cuando miro hacia atrás, siento el alivio de no haberme quedado en algún cementerio. Cargo las sombras de mis pesares, las que pisé como si fuesen peldaños de escaleras. Nunca podré balancear con los momentos soleados de la felicidad, porque son ingrávidos, volátiles. Carecen del peso de la amargura quedando en esos dóndes y en el frenesí de los instantes en que uno se encuentra con la eternidad. Detrás de mí, el horizonte se agranda junto con la memoria atornasolada de tristezas, encuentra la geografía de la piel que calma. Busco aferrarme al presente con mis pasos rebeldes de pecados y fe. Entonces cumplo porfiadamente la promesa que tenía del mañana. Nunca me olvido de levantar la vista al cielo, de día me alumbro el cuerpo, de noche, el alma. Cuando vuelvo a mirar hacia atrás, me siento más fuerte, guardo el orgullo y escondo mi suerte. Por miedo, a que en cualquier esquina enganche una gripe que traiga la muerte. Pero es en esa última mirada hacia atrás, la que más duele. Donde te extraño, te extraño siempre.

Pascual Marrazzo ©

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