lunes, 26 de octubre de 2009

La equivocación

Hola lectores
Desde un día azul de primavera, les envío "La equivocación" Un cuento para partir en dos o dejarlo así. Se pueden quedar con la parte romántica, donde realmente está la esencia o tomarlo completo, donde surge una pizca de ironía o fatalidad. Pero me gustaría hacer una compulsa, que me contesten con dejar o sacar. Dejar significa como está y sacar sería corregir extirpando el final. Es poder tomar el gusto de los lectores. Es poquito lo que pido no sean perezosos.

Un abrazo

Pascual

LA EQUIVOCACION



Todo comenzó el día que abanicó las ventanas y devoró mis ojos con sus pechos descubiertos: Yo caminaba por la vereda de enfrente y tan ciego habré quedado que luego no recordaba el color de sus ojos, ni el de los cabellos. Después mi cabeza se encargó de timonear mis pasos para volver a verla, pero esa sola vez bastó para encadenar mi corazón.

Quizás pasaron sólo quince días, pero para mí el espacio del reencuentro fue una eternidad. Tiempo de condenado; tormentas de navegante y desvencijados soliloquios que hundían las semillas de la amargura.

Supe que mis canas provocaron el milagro de su atención (Los años nos ablandan) y nuestras miradas resplandecieron. La indiferencia se perdió tras la desesperanza y encalló en la ternura de mis pensamientos. Pronto comprendí que tenía que encontrar una palabra que diga mucho más que un te amo, algo que penetre en las vísceras y se quede dentro suyo para siempre.

Un “te amo” o “te quiero mucho” me sonaban muy cursis para tanta pasión. Tal vez no se trate de una palabra sonora de esas que salen de la garganta y las cuerdas vocales. Debiera ser algo diferente que involucre a otras palabras como: ardiente, locos, sabor, magia, alma… Muchos significados distintos que conjuguen los elementos; para que un buen alquimista pueda proceder a fundirlos con ese fuego especial que dan los leños de la ternura.

Sólo logré poner cara de tonto, (Y bien que lo comprobé) de esa que llega y se manifiesta como si estuviésemos frente a un espejo.

Con el tiempo y por ella misma, supe que esa cara tenía mucho de lo que quería decirle. (“Te vi con esa cara tontona y dije: éste no se me escapa”) En cambio ella expresaba con naturalidad todas las palabras dulces del enamoramiento: con un movimiento del pliegue de su frente, las manos, sus pupilas e iris relucientes de verde engarzados en sus ojeras. Los labios, el piano nacarado de su sonrisa, la música de su voz, todo.

El amor puro empequeñece al conquistador y lo lleva a la timidez, al miedo del fracaso. Menos mal que la mujer es sabia y lo sacude, le da las señales necesarias para que se anime y lo maneja a su antojo.

“Hasta que la muerte los separe” – dijo el cura. Luego comenzaron los descubrimientos: los pechos que me habían encandilado, eran de la hermana gemela. Bajo el corpiño relleno lucían dos pezones parecidos a las pasas de uva. Se le dio por mascar ajo para que le baje la presión. Detrás de la faja, sus nalgas parecían un patio empedrado. El camino de las desilusiones fue largo y tortuoso, hasta que expiró.

Pascual Marrazzo ©

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