miércoles, 5 de enero de 2011

Baltasar

Hola lectores

Desde un día pesado y gris de varano, les envío “Baltasar” Un cuento de Reyes Magos como para terminar la serie. Espero que todos reciban los regalitos.

Un abrazo

Pascual



BALTASAR


Hoy quiero desanudar los dedos escribiendo algo prohibido, pero, por si hiciera falta, cubrirlo de permitido.

Tengo que confesar: en todas las cartas que les envié a los Reyes Magos, sólo me dirigí a Baltasar.

Hoy me avergüenza haber discriminado, tal vez innecesariamente, pero en el pesebre él era el único negro, el más afín.

Estaba en todo Baltasar: cuando le pedí el salvavidas para ir a pescar con mi papá, él me trajo uno grande de goma negra y le agregó una tabla para usar como remo. Mi mamá le acordonó la red de la bolsa de cebollas y me quedó como una embarcación. “Es que Baltasar te conoce y sabe que no tenías un bote de goma” . A mí me extrañaba el color, porque al Rulo le había traído uno largo y anaranjado con piso de lona. Pero mi mamá me dijo que si el Rey Mago era negro, los botes que él regalaba también debían ser negros y que redondos eran mejores, porque se podían llevar rodando.

Me conocía los gustos mejor que nadie. Una vez, cuando le pedí la pelota de cuero, la número cinco; él me trajo una pelota de trapo, toda cosida a mano y cubierta con medias de nylon para que no se rompiera. Mi mamá me dijo que le tenía que agradecer, que era un artesano y había gastado su tiempo en mí haciendo una pelota especial, porque sabía que yo jugaba descalzo y no tenía zapatillas. Era bueno Baltasar, era un negro bueno.

Pascual Marrazzo ©

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