jueves, 4 de junio de 2009

Consumado

Hola lectores
Desde una noche de otoño, salida de una tarde gris, les envío "Consumado" un cuentito para que el final se lo de cada uno de ustedes que son los avezados lectores.

Un abrazo

Pascual


CONSUMADO

El amor no comienza con la carne. Primero la idealiza; la mezcla con la imaginación para que, cuando llegue la hora, sea perdonado hasta el fracaso. Después, sólo después, ayuda y le transmite el enamoramiento a los cuerpos.

Franco sabía que la amaba, el porqué no existía; los ojos de los enamorados no se posan en las imperfecciones. A Cecilia le ocurría lo mismo.

Fueron dos años de un noviazgo puro, respetuoso, sin urgencias. Tanto que, tal vez temiesen el fracaso, como si éste fuera una herencia de sus respectivos padres, que dormían separados.

La noche de bodas fue como tantas otras, dividida entre los que se divierten y los que critican y escarban la vida de los demás.

La otra noche de bodas, fue un fracaso. Los nervios de ambos, el temor, las lágrimas de ella y la paciencia de él.

Pero el día después, mejor dicho la mañana siguiente los encontró abrazados y felices. Como si el tropiezo de la noche no tuviese una importancia capital para sus vidas.

La luna de miel en las sierras cordobesas, compensaba a medias la falta de unión de sus cuerpos y los intentos fueron mermando, al menos en intensidad. Era como si se fueran amoldando, resignando a una situación que no era nueva, salvo la boda de por medio.

Volvieron con la felicidad de los novios y nadie podría haber sospechado que el matrimonio no había sido consumado. Asistían a reuniones de amigos y familiares; no sólo se los veía felices, eran felices. Y tal vez esto no hubiese cambiado jamás de no ser por una fatal circunstancia: Cecilia fue secuestrada, fueron quince días de angustia donde Franco desesperado hizo múltiples diligencias, sin llamar a la policía, como le habían encomendado los captores y logró su libertad sin que nadie supiera cuánto pagó por ello.

El reencuentro, lleno de ternura, dio lugar a una filmación televisiva, pero Franco mantuvo una total y absoluta reserva.

Esa noche nada cambió, pero a la siguiente, Cecilia se encargó de que el matrimonio fuera consumado. Franco quedó satisfecho: se iniciaba así una larga historia de amor.

Al otro día se encontró con uno de los captores, y terminó de pagar...

Pascual Marrazzo ©

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