miércoles, 8 de diciembre de 2010

Eslabones de amor

Hola lectores

Desde una noche de Comunión o armado de arbolitos de navidad, les envío "Eslabones de amor" Un raye encadenado de sueños.

Un abrazo

Pascual


ESLABONES DE AMOR


Amé a una mujer como a nadie en esa otra vida, hasta bastante después de cortar el cordón umbilical. Volví a amar como a nadie en esta vida, hasta que se desgarró el amor y se ahogaron de lágrimas los recuerdos. Después amé a otra y a otra y a otra… Con más pasión, para compensar.

Es una suerte de desahogo profundo, cambiante, muero de amor y me desentierro nuevamente de las tumbas. Solamente cargo las cruces que guardo celosamente con las medallas acumuladas en las batallas.

Pero a pesar de todo, te busco, siempre te busco. Te busco en el océano azul y en el de cemento. En la playa, cuando baja la marea, en cada paso que doy por las veredas, en los tropiezos de las miradas, detrás de las cabelleras rubias y dentro de los vestidos rojos y negros.

Sé que voy a encontrarte en algún instante mágico. Por las noches indago en mis sueños tus escondites imaginarios y siempre termino en una puerta secreta que se desdibuja en el umbral. Otras veces alcanzo el brillo del picaporte y resuena como la amenaza de un ogro encolerizado. Lo cierto es que no logro abrir la puerta. Un carpintero endemoniado la construyó dejando la viruta ardiendo en el infierno y hasta que no sean cenizas, no tendré una nueva oportunidad.

Los sueños enseñan los senderos de las sorpresas, tienen el privilegio de albergar la fantasía, se sumergen en las tinieblas, saborean febriles voluptuosidades; imponen severamente los sacrificios y no vacilan en hacer estallar al espanto.

A veces, te busco en una botella de vino tinto y te encuentro salpicada de pecas; me arrullas en un manto y me cantas una perdida canción en tu regazo. Otras, con el formidable vestido de sábado a la noche, el que agita todas las tentaciones que me terminan de emborrachar.

Esta búsqueda no deja de ser una reclusión momentánea, un rincón aterrado de alfileres que me obliga a luchar reflexionando y comprendiendo que el amor brota intensamente sólo cuando se pasa esta vigilia. Es una cadena de eslabones diferentes; algunos muy firmes ignoran que se enlazan con sortijas disfrazadas prontas a soltarse al primer golpe de tensión. Pero hay otras que parecen débiles y perduran en la fortaleza de su humildad. Es el riesgo del destino que me hace elegir vivir encadenado y por momentos, como un perdido eslabón de extremos abiertos me entrego a este ritual, aceptando el mejor regalo que me da la vida.

Pascual Marrazzo ©

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