miércoles, 1 de diciembre de 2010

El viajero

Hola lectores

Desde un día gris y ventoso de verano, les envío “El viajero” Un raye contado desde la perspectiva de un viajero, de su propia residencia.

Un abrazo

Pascual

Nota:

He notado con pesar que las noticias provienen de un conventillo, hasta ahora era nuestro conventillo, genuinamente argentino. Pero el contagio es mundial. Lo que no estoy muy seguro es: Contagiamos o fuimos contagiados.

Otro abrazo

Pascual


EL VIAJERO



Dicen que no vivo en ninguna parte y yo les contesto que vivo en todos lados y dejo las residencias para mi tumba.

Pero, ni yo ni los demás somos demasiados enérgicos en la afirmación ya que en asuntos de la vida, el tema es íntimo y el punto de vista central está detrás de los ojos, casi en el fondo de la nariz.

Digamos que el sembrador vive de la vida que produce y estáticamente espera y disfruta del crecimiento de sus plantas.

También lo hago así como vendedor ambulante, sentado en la butaca de un vagón de tren, meciéndome en sueños prolongados y abriendo los ojos de vez en cuando para ver pasar el horizonte.

Ni que hablar, si me encuentro en un barco a vapor, ahí me siento el punto central del universo.

Por lo tanto puedo percibir que, corriendo o no, la vida es el hilo de una narración que me pasa por delante y por detrás y el lugar de residencia soy yo mismo.

Puedo deducir que la vivienda es mi propia caparazón y la ropa el jardín o tipo de morada. Dentro de un traje cruzado sería como vivir en un departamento y en cuero, en la playa.

Ahora aclarado algunos conceptos, dispongo los medios para darme cuenta que la vida es una especie de calesita que no levanta ni a los que se abandonan ni a los agotados y menos a los deprimidos, solamente a aquellos que tienen la energía de abordarla y pedir por todos los santos (aunque no crea mucho en ellos) que no se reduzca la velocidad ni se pongan límites.

Pascual Marrazzo ©

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