miércoles, 1 de septiembre de 2010

Venta de cheques

Hola lectores

Desde un día azul de invierno, les envío otro cuento bancarizado “Venta de cheques” Se trata de un trámite de venta con un final que vislumbra los pesares pasados, de esos que nunca fuimos recompensados. La banca olvida, eso no es malo. La deshumanización si.

Un abrazo

Pascual


VENTA DE CHEQUES


¡Qué ceremonia esto de vender los cheques! Todo para evitar el descubierto es como una salida comprometida con promesas. Le traspasás al Banco las que me hicieron en su momento, que por lo general son las mismas que uno ya les hizo a los demás. De esta forma me voy construyendo un camino de ilusiones que orgullosamente inventamos los argentinos. Y ojo, que esto no se trata de viveza criolla, al contrario. Yo le llamaría ingenio de supervivencia. Único lugar del mundo donde cada uno emite dinero de acuerdo a sus necesidades y capacidad de pago. Si será bueno el invento, que los bancos se prendieron y ahora te compran “los valores” (así los nombran ellos). Eso sí, los cheques de los que se “portaron mal” no se compran. Quieren seguridad de pago y no tienen capacidad de detectar un cliente honesto y pagador. Disponen un estudio jurídico que te califica, según el respaldo (escrituras) y la marcha del negocio. Si en treinta o cuarenta años no jodiste a nadie y honraste tus obligaciones, no les interesa. No les llega ni el más leve reflejo. Y por eso, porque les falta lo más vital, aparecen los dibujantes y “los acuestan”. Yo también soy dibujante, pero Técnico de Maquinarias. Dibujo para laburar y laburo dibujando, transpiro entre líneas, círculos y empalmes de pistolete. Cuando le saco punta al lápiz me acuerdo de mi profesor (“Si no sabe sacarle una buena punta al lápiz, no puede ser dibujante”). Había que usar la “legión extranjera”, el cuter no existía. El porta minas nunca me gustó; no hay como la mina única envuelta y afilada diariamente, responde mejor al trazo, es más firme. (Esto de traer un fajo de guita inventada y sacar billetes hechos en la Casa de la Moneda es emocionante. Especialmente cuando uno ve los garabatos escritos en los cheques, donde se sugieren letras y números. Una desprolijidad que siembra desconfianza y en otros una prolijidad que siembra lo mismo. El asunto es que la rueda gira a pesar de que algo siempre quiere subir a tu garganta) Me pregunto por qué tardará tanto la vecina que está delante de mí, por qué tantos interrogantes ¿O le estará pasando una receta de cocina? Continúan pasando los minutos y se profundizan los rumores. La gente se relaciona con gestos de bravura, guerreros erguidos esparciendo sus perfumes. Despiertan los bríos y me contagian. Me hacen mirar el número trece que llevo en el bolsillo y caigo en la cuenta de que no es mi día. Ahora me siento un peregrino bordeando abismos, de montañas desparramadas en los desiertos en busca de un arcón de alimentos o un descanso del alma. Pero todo tiene un fin y el mío se acerca, la señora está saliendo del box y me cuelo rápidamente:

-- Hola Pascual ¿Cómo está? – me dijo el empleado.

-- Creo que bien, estoy suelto. Te traje cheques para vender, necesito efectivo para pagar los sueldos.

Después de revisarlos y con cara de incredulidad me despabiló con estas palabras:

-- Pascual, estos cheques son de los Bancos: Río Negro y Neuquén, Ganadero, Provincia de Río Negro, Vallenar Cooperativo, Coopesur, Coronel Dorrego, BANADE, Cabildo. Ya no existen más.

-- ¡Carajo! Esto me pasa por atesorar experiencias. Tomé el fajo de los recuerdos. Son las falencias del corazón y ese empeño de luchar siempre, siempre en contra de las suertes.

Pascual Marrazzo ©

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