viernes, 10 de septiembre de 2010

El descubierto

Hola lectores

Desde un día azul de invierno primaveral que revienta los brotes de los fresnos, les envío “El descubierto” Un cuento de la serie Bancarios, que trata de reflejar en profundidad la angustia provocada por un simple descubierto a personas laburantes ajenas a los sistemas financieros. Hay también una asociación con la cobertura, cubrirse o descubrirse en casi todo el cuento. (vale la pena leerlo dos veces).

Un abrazo

Pascual



EL DESCUBIERTO



El descubierto es como una salida condicionada que se otorga a los presos cuando se portan bien. Uno esta continuamente pensando en volver para no tener una captura recomendada. En cubrir la plata que falta para que no se convierta en un salvavidas de plomo. Tengo una relación terrible con la escasez de cobertura, como se indica ahora con los seguros de vida; por daños a terceros, de incendio, contra las heladas, contra el granizo. Cuántas redes tejidas sin que nadie se de cuenta, que hacen falta frazadas para prevenir la gripe. Un seguro que te cubra el lomo, la piel. Otro para el techo deshecho o ese que nunca se hizo. Vuelvo al descubierto de mí cuenta, que tendré que cubrir con las promesas de otros, que van a recibir la remesa de otras tantas promesas. Como víctima del descubierto me atormento mirando el reloj. Se que éste no para de cargar la mochila de intereses. Me fatigo de disimulos y me escondo debajo de un sombrero mejicano. Mamarrachéo con el humo del cigarrillo dentro de una bohardilla, pero en el fondo se que sigo en descubierto. No hay zafarrancho ni truco mágico que me salve. Espío diariamente como un pájaro escurridizo: si me llegó la transferencia, si depositaron, si está por acreditarse. Vivo atado a la esperanza y al desaliento. El descubierto se funde como una relación de novia y soldado. El soldado no duerme pensando en su novia y yo no duermo por el descubierto. Ahora descubro entre tanto juego de palabras, que mi novia me prefiere descubierto y me sonrojo. Rojo, eso es, estoy en rojo y bueno es mi color preferido, pasional. Pero no me engaño, se trata de una mala nota, esa que te ponían las maestras de antes y te hacían un cartelón en rojo para que resalte tu vergüenza. Es una sangría rojo sangre, anegada de curanderismo.

Tengo varios disfraces para ir al Banco, no quiero que el gerente me pida cubrir la cuenta ahora, no tengo con que. Ya safé con varios trajes, pero creo que le han dicho que vengo camuflado y el otro día me estuvo observando.

-- ¡Señor Pascual! - la empleada se dirige a mí.

-- ¿Cómo me reconoció?

-- Por los tiradores, quién otro podría ser. El gerente lo está buscando, quiere hablar con usted.

-- Es que ahora no tengo tiempo.

-- Vaya porque es importante, hace varios días que quiere verlo.

No tengo más remedio que ir, me está haciendo señas desde su oficina. Le voy a tener que pedir un crédito para cubrir…

-- ¡Hola Pascual! Tengo buenas noticias. Descubrimos que una transferencia para usted, se desvió a otra cuenta, menos mal que la misma gente nos alertó. Me extrañó que haya estado tanto tiempo en descubierto, por suerte no lo molesté. Usted, seguro que ni se dio cuenta…

Pascual Marrazzo ©

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