martes, 14 de septiembre de 2010

A la hora justa

Hola lectores

Desde un día azul y blanco de invierno primaveral, les envío “A la hora justa” Un raye humorístico para alegrar la tarde.

Un abrazo

Pascual



A LA HORA JUSTA



Carmen era mi favorita. Según ella, yo también le significaba algo parecido. Al principio la veía una vez por semana, pero luego, cuando me dejó de cobrar, comencé a visitarla diariamente. Llegara a la hora en que llegara, siempre me decía que yo había adivinado el momento justo. Me rodeaba el cuello con un abrazo y me aturdía de besos húmedos “¿Cómo supiste que era ahora?” - me preguntaba. No sabía qué contestarle, en realidad iba cuando podía, sin elegir los momentos. Pero ella abría los ojos desmesuradamente para volver a preguntar “¿Cómo lo supiste?”. Cada vez se asombraba más y a mí me ocurría lo mismo. Pero ahora comenzaba a ser un misterio, no sabía la relación que tenía con esos tiempos tan exactos que coincidían con mis visitas. Me sonaba un poco a chiste eso de la adivinanza, no era adivino de nada, sin embargo el paso del tiempo no cambiaba la cosa; cada vez que la veía me abrazaba con desesperación haciéndome la misma pregunta de siempre ¿Cómo lo supiste?. Algo no cerraba mi entendimiento. --¿Cómo supe qué?.. - le contesté de mal humor. – ¡La hora en que se me abren las piernas! - gritó enojada.

Pascual Marrazzo ©

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