martes, 7 de abril de 2009

El destino de esa cama

Hola lectores:
Desde un día azul y templado de un otoño emparentado con el verano, les envío "El destino de esa cama" En recuerdo de esas camas turcas con elásticos tejidos de alambre de acero. Cuando la trama se estiraba con el uso parecía que dormías en un agujero y si te sentabas descuidadamente pegabas tu cabeza contra la pared. No dejen de visitar mis blog y dejar un comentario: http://pascualmarrazzo.blogspot.com
http://tienetintatutintero.blogspot.com

Un Abrazo


Pascual.


EL DESTINO DE ESA CAMA

Pasas, no pasas, pasas, no pasas, pasas, pasas, no pasas, no pasas…………

Quizás esto me ocurre por haberme reído del niño Luis, de cuando contaba las ovejitas para dormirse, me hacía crujir el elástico de la risa.

O de cuando la María Cristina se me sentaba encima y yo le imitaba los cuescos con mi pata izquierda que estaba floja y la boluda se ponía colorada como el cogote de un pavo.

¿Por la chiches?… Por haber cobijado a las chinches ¿Y bueno yo que sabía que hacían tanta roncha! Después de todo, con un poco de agua hirviendo y DDT me las sacaron de encima y no volvieron más.

¿Por ser testigo de las travesuras del niño? Corría a todas las mucamas y la casualidad hacía que siempre las agarrara cuando tropezaban conmigo. La mucama, la cocinera o cualquier pollera merodeadora, porque a él le gustaba todo, cualquier cosa.

Una vez trajo una gorda que pesaba no menos de ciento veinte kilos. Me temblaron las patas cuando la vi, la malla de mi elástico se preparó para lo peor y para colmo la mucama había sacado el colchón a ventilar bajo el sol.

En su primera embestida me hizo llegar casi hasta el piso. Mi única venganza era morderle el culo a cada arremetida de Luis, que ilusionado creía ser el causante de los gritos de la gorda.

Me pasé una vida divertida y enamorada de un niño bien, Tantas veces acunando sus borracheras, cómplice de sus amoríos o compartiendo la tristeza de sus enfermedades.

Pero los niños crecen y se vuelven hombres y como hombres pagan siempre mal. Ahora es arquitecto, se esta por casar y para mi desgracia, me desprecia.

-- ¡Pero mamá! Es una cama vieja que no sirve más, ya nadie puede dormir en esas camas de elásticos donde te hundís todo…

Un día de estos me la llevo a la obra y que sirva al menos para zarandear la arena.

Pasas, no pasas, pasas, pasas, no pasas, pasas, no pasas, pasa……………….

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Los Cuentos de Pascual”

Ediciones Tu Llave, colección Nosotros el Sur

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