viernes, 16 de marzo de 2012

El loquito

Hola lectores

Desde un día azul, les envío "El loquito" Un cuento breve, que lamentablemente no nace de la imaginación.

Un abrazo

Pascual


EL LOQUITO


Le decían el loquito del ferrocarril porque moraba en un viejo y destartalado vagón, que se encontraba abandonado en el playón de cargas y maniobras. Comenzamos a vernos casi diariamente cuando me nombraron Jefe de la Estación, tenía buen trato y me saludaba, pero era loco. Su historia había nacido con un caso resonante de violación, muerte y golpiza. Fue una noche que cruzaba el predio con su novia, apenas unos días antes del planeado casamiento. Se dijo de una patota, que la golpearon y vejaron delante del novio, la tortura fue tremenda y tal, que los descubrieron varios días después. Él, acostado boca abajo en el medio de las vías, agarrado con sus manos al durmiente, como si estuviese subiendo una larga escalera y con la vida del milagro a cuestas. Ella, muerta entre unos matorrales.

Ya nadie se acordaba de su verdadero nombre, los años habían matado la memoria y el loquito ahora, más viejo y de andar encorvado seguía juntando hierros y retazos de metal. Un buen día comenzó su obra: plantó dos trozos de vía y con gran sacrificio las vistió de hierros, caños y chapones que sujetaba con alambres hasta lograr una alta figura. Se pasaba horas mirándola. A mi me tomó por sorpresa la curiosidad, no era de meterme en las cosas de los demás. Pero lo cierto es que me encontré junto al pobre hombre y le pregunte:

-- ¿Dígame amigo, que significa esta montaña de hierros?

Le rejuveneció la cara y le brillaron los ojos de tal forma, que me alegré de haberle preguntado algo que aliviase su pesar.

-- Es mi novia, a esta no me la van a poder romper - me contestó sonriente.

Pascual Marrazzo ©

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