martes, 6 de marzo de 2012

El llanto del alma

Hola lectores

Desde un día semi gris, les envío "El llanto del alma" Un raye con gusto a psicología.

Un abrazo

Pascual


EL LLANTO DEL ALMA


No solamente me persigue este dolor de cabeza, sino el recuerdo del primero. Ese que le debo a la vagina estrecha de mi madre, que a la vez trajo mi primer llanto de vida.

Después sucedieron otros llantos, pero de hambre, calmados en algunos recreos con pezones extraños, ansias y soledades.

Sólo de vez en cuando el olor de mi madre me llegaba brevemente, como un reproche.

De mi padre, nunca supe.

Siempre tuve que trepar un muro para avanzar. Confunden mi dolor por arrogancia y dicen que habría que poner una gota de invierno en mi copa de soberbia, para que no quemen mis palabras.

Confunden, no saben que el amor me surge en abundancia, se concentra, se apasiona y me aprisiona. Es un misterioso manantial que busca la sed. Un torrente de enamoramientos sin razones, propio de las locuras del corazón.

Pero mi fortaleza se desmorona, no existe, no tengo contra quien luchar. Soy un Quijote sin molinos de viento y ni siquiera Sancho me acompaña, ni un burro, ni un caballo, tampoco perros que ladran. Entonces hablo conmigo mismo y enveneno mi sangre. Me pregunto si no habrá un desierto de silencios que apaguen mi dolor. Un desierto de ausencias que borren la memoria. Un desierto de armonías que junte mis pedazos. Una mujer que me conmueva y se acostumbre a mis silencios, porque cuando mi soledad lo necesita, la ausencia me respira en la nuca, y me persigue con su aliento.

La llave de mi alma está prendida a la cerradura, sólo la sostiene el herrumbre, es un arca de ganas. Es la soledad de una estación donde ya no pasa más el tren, que no es la misma de aquélla que lo espera.

Pascual Marrazzo ©

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