viernes, 20 de abril de 2012

El viagra


HOLA LECTORES
Desde un día azul de otoño, les envío "El viagra" Un cuento de rigor científico y de falta de jurisprudencia.
Un abrazo
Pascual


EL VIAGRA

La presión en el pecho dificultaba mi respiración. El sexo maltratado no aceptaba la suavidad de las sabanas, que lentamente, casi sensualmente, corrían como una seda dispuesta a despertarme las ganas de seguir amando.
Me ataron las muñecas y los tobillos a las barandas metálicas y frías que me recordaban las voluptuosas fiestas. A las insaciables bocas de Mimi y Marlene. Al aviso de las dos M & M boquitas pintadas – llámanos.
Entré en una boca oscura que pronto comenzó a chirriar sus dientes de lata, mientras un canto de sirena perforaba mis oídos. En el traqueteo, alguien me puso una máscara y sentí el alivio del oxigeno. Ahora la sirena parecía un grito ajeno, distante y desesperado que me llamaba. El oxigeno me congeló el corazón, el frío se desparramó por todo mi cuerpo y tensó todos mis músculos. El llamado se hizo lejano, aullaba y aullaba, hasta que me dejó en paz.

-      No llegó. -  dijo el médico de la ambulancia.
-      ¿Qué le pasó? -  pregunto la enfermera.
-      Se pasó de “Viagra”.
-      Pobre.
-      Mírele la carpa, va a poder seguirla en el más allá.
-      No sea salvaje, más respeto con los muertos que se lleva el Señor.
-      A este se lo lleva para aliviar a las monjas.
-      No sea guarango, que Dios lo va a castigar.

La enfermera arrastró la camilla por un largo pasillo impresionada por el mástil, que ante los movimientos del corto viaje hacia la morgue temblaba bajo las sabanas.
La curiosidad de la mujer quiso saciarse y dobló en la primera antesala que encontró. Cuando lo descubrió, encontró un falo morado con un brillo de vida imposible de imaginar. La osadía de sus manos lo tomaron con cierta violencia  y el hombre se movió. El grito de la mujer no se hizo esperar y el pene del difunto cayó de rodillas y se recostó vencido sobre el pubis.
El certificado de defunción fue muy discutido, algunos hasta quisieron desdoblar la hora, como si una parte de su cuerpo hubiera muerto después.
                                                                                                   
                                                                                                                   Pascual Marrazzo ©

No hay comentarios:

Publicar un comentario