martes, 28 de febrero de 2012

El hábito

Hola lectores

Desde un día azul de verano, les envío "El hábito" Un cuento breve que juega una metáfora Entre el amor que nos exige la naturaleza y la religiosa sotana .

Un abrazo

Pascual



EL HABITO


Nunca pude saber muy bien que fue lo que cambió mi hábito (descarto a mis zapatos gastados y al café ardiente): el valor que venció mi timidez, creo que fue la emoción. La que comenzó en mi corazón y recorrió con intensidad todo mi cuerpo. Fue así, al primer golpe de vista. Una nueva fortaleza que me hizo percibir en cada célula de mi cuerpo, el verdadero sentido de la vida.

El hecho ocurrió en el marco de una calle lluviosa de adoquines olvidados, a la hora de los obreros presurosos. Donde los mendigos alegres de alcohol, dormían en los bancos desmemoriados de una plaza deshabitada.

Ella venía caminando por la vereda angosta de faroles apagados. De vez en cuando la alumbraba una vidriera farandulera o un retazo de luz de alguna ventana madrugadora. Lucía un tapado de piel de leopardo que la protegía de una garúa porfiada, sobre un amanecer otoñal. Se detuvo unos minutos a leer unos carteles obscenos pegados a un portón, donde paraba una paloma vigilante. Una gata en celo escapó de un zaguán junto con un maullido estridente. Como si eso fuera una señal, ella recomenzó su camino cruzando la calle en dirección a la Iglesia.

La luna se había ausentado y el sol, si bien seguía escondido, mandaba su primera señal. Una bandada de gorriones invadió una palmera y esperaron, como siempre, a que las campanas rompan el silencio para desbandarse.

Fue en ese preciso instante que llegó a mi puerta, cuando sentí esa emoción. El hábito no me pudo proteger. Ella hizo su reclamo al Señor y nos escapamos.

Pascual Marrazzo ©

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