lunes, 26 de enero de 2009

La puerta (raye)

Hola lectores

Desde un día azul de un verano muy dorado, les hago llegar "La puerta", otra puerta más de esas que tropezamos por la vida, que nos atrapan o nos dan la salida.
Un abrazo.
Pascual.

LA PUERTA

No era simple, se la veía fuerte y de gruesos postigos. En la parte superior tenía una mirilla cerrada que denunciaba de alguna manera una puerta carcelera.

Yo no sabía muy bien si ella me encerraba o no. Es decir, no sabía si estaba dentro o fuera, así que estaba en mí ser o no ser el preso. ¿ Por qué tendría que elegir la peor parte ? Era una cuestión de aptitud. No iba a ser tan difícil. Habría que mirarla como si fuese una entrada y no una salida.

Lo más costoso, tal vez, fuera abstenerse de abrir la mirilla, luchar contra la curiosidad, sabiéndose vencido de antemano. Quizás, si uno no tuviera tantos enemigos dentro del cuerpo, enemigos que carcomen y deterioran nuestros sentidos y nos empujan tarde o temprano a querer saber de que lado estamos. ¿Para qué ? ¿ Qué importancia tiene estar de uno u otro ? ¿ Qué diferencia hay cuando la libertad es uno mismo, cuando es hacer llegar lejos nuestra voz, cuando es destapar los oídos sordos de una humanidad llena de puertas y cerrojos ?.

Sin embargo presiento que la mente se escapa de mi cuerpo simple y lleno de miserias. Se espera de mí, que actúe como tal y está bien ¿ O acaso soy un ser notable ?. No se puede confundir a un pensador con un delirante y yo tengo fiebre de delirio, de amor inalcanzable.

Por todo esto es que llega ese momento imperdonable de mi sueño y espío. Espío con los párpados cerrados y tropiezo con sus ojos de almendra y el brillo joven de sus labios. Casi en ese mismo instante, mi corazón me dice que estoy atrapado.

Pascual Marrazzo ©

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