jueves, 2 de julio de 2009

El billete

Hola lectores
Desde un día azul de invierno les entrego "El billete" Un cuento viciado por la noche y por la mala suerte para los dos. Uno por jugador y el otro por flojo de sentimientos.
Un abrazo
Pascual

EL BILLETE

Era una flamante lechuga de cincuenta pesos y estaba debajo de la silla del flaco Villar.
Yo cebaba mate a toda la ronda de la timba y no me animaba a levantar la guita. Entonces me eche un chorro de agua en los lienzos, para poder sacudirme y limpiarme el botín junto con el billete.
El flaco estaba de liga y juntaba los mangos a dos manos, de vez en cuando me daba unas chirolas y me hacía cambiar la yerba.
A eso de las cuatro de la matina comenzó a perder y a las cinco y media me pedía las propinas, – Dale pibe prestáme unos morlacos – pero la suerte lo había abandonado y se levantó vencido.
Salimos a la calle y empezamos a caminar, la madrugada clareaba los adoquines y el flaco, ya más animado me dijo: -- Vení, te invito un feca, el gallego todavía me fía.
Yo tenía el billete flamante escondido en el calzoncillo y la punta me raspaba un huevo, así que acepté para poder ir al baño.
Cuando salí, Villar se tapaba la cara con las manos y sus codos sobre la mesa sorteaban una que otra lágrima, me senté a su lado y comenzó con el cuento de su viejita.
• Le afané la guita de la jubilación ¿Te das cuenta? ¡ Soy un hijo de puta! - se quejaba llorando -
Podía ver llorar a una mujer durante toda la vida, pero no a un hombre, aunque se tratara del flaco..
Así que grité para dentro de mi alma. “ ¡ Por la puta madre que lo parió! “ Y le devolví los cincuenta mangos.

Pascual Marrazzo ©

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