Desde un martes brillante de invierno, les envío "Jamona" Un cuento inspirado de otro cuento, escrito por Voltaire, "Cándido", pero totalmente diferente.
Estuve pensando mucho en estos días, sobre algo que me dijo mi teacher de english.
¿Cómo puede ser que al chupete lo hayan denunciado por pagarle en negro al jardinero, por dar una orden de represión, etc. Y nadie lo culpe de haber dejado que René Favarolo se suicide?. Duele no es cierto?.... Un abrazo pascual
JAMONA
Jamona: Dícese de la mujer que ha pasado por la juventud y es algo gruesa.
Se llamaba Hortensia, y era mora la sangre que había triunfado en su cuerpo. Se había embarcado en
Como médico de a bordo, no tenía trabajos manuales ni definidos, por eso el Capitán me había encomendado el cuidado de Hortensia. Por suerte cruzábamos la calidad del verano y un par de mantas bastaban para que ella y yo, no pasáramos frío. Si teníamos peligro de tormenta nos atábamos al palo de popa, que era donde estaba el timón y el piso más alto.
Esta bonita mujer, que se hacía querer por su valentía y su honestidad, le había bajado el copete a más de un marinero de un moquete o directamente los tomaba de los fundillos tirándolos al agua. Pronto se ganó el respeto de la tripulación y cierta admiración.
Se podría agregar que los habitantes de
Yo había leído el “Cándido” de Voltaire, donde en una situación como ésta, los marineros habían hecho milanesas con las nalgas de una vieja y ésta había sobrevivido. Cada vez que observaba a Jamona, me venía ese recuerdo entre la vergüenza y el malestar de las tripas. No sabía muy bien cómo abordar esta situación y se me ocurrió una idea: busqué entre los libros de mi baúl y lo encontré. ¡Ahí estaba el “Cándido”!. Con algunas hojas sueltas ¡Pero completo!..
Subí nuevamente a cubierta y me enfrente a ella:
- Jamona, me gustaría que leas este libro, es muy importante.
- No soy muy buena para
- No sabía que tenías un novio.
- Me está esperando para casarse, nos comprometimos por carta. Quiera Dios que no se canse de esperar y además que yo le guste.
- No tienes que tener miedo, eres muy guapa y trabajadora.
- ¿Crees que al hombre le importará mucho eso, o cuando me vea este culo saldrá corriendo?.
- Te prometo que si lees este libro, tal vez se solucionen todos los problemas, los tuyos y los de todos.
- Pues si es tan importante, lo he de leer.
Al no poder navegar, los días se hacían largos y tediosos. El Capitán había dado órdenes precisas para no gastar energías y esto contribuyó para que Jamona tuviera lista su lectura por la tarde del día siguiente.
- No pretenderás rebanarme el culo – me lo dijo con lágrimas en los ojos.
- No Jamona, te juro que sería incapaz de hacerte daño. Sólo quiero que me escuches atentamente y que no tengas miedo, que no propondré nada sin que tu quieras.
Le comenté que lo que ella había leído era una atrocidad, pero que yo me animaba a sacarle dos rodajas, una de cada nalga, como si fuesen gajos de naranja y lo suficientemente grandes como para armonizar su cuerpo. Que pensara en todos nosotros y en ella misma. Que valía la pena conservar la vida y ayudar en una causa que podría terminar horrorosamente si no lo hacíamos a tiempo. Que iba
Al otro día Jamona me confesó que estaba dispuesta. Ella era muy buena y nunca pude saber si lo hizo por nosotros o por ella, de todos modos eso no importaba.
El primero que lo supo fue el Capitán, que quedó impresionado y agradeció a Jamona semejante sacrificio. Luego reunió a la tripulación y le dio
No perdimos el tiempo, inmediatamente comenzamos con la limpieza, esterilización de las agujas y
Al día siguiente el Capitán racionó la comida entre todos, mientras Jamona, despertaba junto con el dolor. Le encomendé que siguiera fumando opio y le llené los oídos de dulzuras.
Como si Dios hubiese necesitado un sacrificio para mover el vacío de la calma, comenzó a mandar un soplo, y otro, y las velas se levantaron junto con los ánimos. Tres días tardamos en encontrar una Isla para reabastecernos y reestablecer las fuerzas de los tripulantes. Pero lo más importante para mí, era que Jamona pudiera recuperar su vitalidad para luchar contra la posible infección.
La larga dieta y la operación, habían hecho de ella una mujer envidiable. Cuando comenzó a caminar, la ayudaba tomando su cintura, ella tenía que colgarse enganchando su brazo en mi cuello. Así caminábamos lentamente por la playa y yo pasaba los momentos más felices de mi vida. Me había enamorado y creo que ella también, pero era tal su agradecimiento que temía confundirme.
Llegó la hora de zarpar y la angustia se fue apoderando de mi cuerpo, atornillándose en mi pecho como para quedarse para siempre. El Capitán le cedió su camarote a Jamona por el resto del viaje. Lo hizo delante de todos, con solemnidad y agradecimiento. De lavandera, paso
José Ronaldo, más conocido por “El Portugués”, tenía algunas referencias de su prometida y entre ellas, no podía dejar de pensar en el voluminoso traste que le habían descrito en todos sus detalles. Había reformado el carruaje para que pudiese entrar sin inconvenientes. Por eso que cuando vio esta esbelta mujer, quedó perplejo y con miedo a equivocarse.
A Hortensia no le gustó la traza del portugués, demasiada pompa, galera y bastón. Ella era una mujer sencilla, pero además el amor se le había adelantado a bordo de
Tal vez, si el portugués no hubiese tenido tan mal tacto, todo hubiera sido diferente. Pero sus primeras palabras fueron estas:
- Hortensia ¿Dónde están esas nalgas que han embarullado tanto mi cabeza?
- Pues se las han comido cada uno de los tripulantes de
El hombre cambió de color, y en su ignorancia apareció la ira y el desamor. Se dio la vuelta y antes de pisar el estribo, le gritó:
- ¡Pues yo no me he de casar con una puta! – y se fue.
Jamona intentó explicar, pero se arrepintió, volteando su mirada buscando el amor.
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