Hola lectores
Desde una tarde gris de Otoño, les envío "La última
velada" Un cuento que muestra el sacrificio de los pioneros y el tropiezo
de las nuevas generaciones, con un final de cuento.
Un abrazo
Pascual
LA ULTIMA VELADA
El viejo y pequeño salón de usos múltiples de la
Sociedad Española iluminado como en sus mejores épocas y engalanado de flores
¡cuántas flores! Se me ocurre que hoy tengo todo el tiempo para observarlo,
escudriñar la belleza de sus arañas de luces. Arañas de luces. Es increíble que
alguna vez yo haya tenido tanta paciencia. Pareciera hoy que nos aparecemos con
José mostrando dos ruedas de carro, viejas y destartaladas. Muy felizmente
dijimos: Aquí están las luces y luego, días y días trabajando en la herrería,
puedo ver los golpes en los remaches, los rulos ¡ay esos rulos! Todos decían
¡que arte! Pero yo digo paciencia, y aquí están, encendidas, majestuosas.
Parecieran orgullosas, quizás por haber rodado tanto e iluminado esta sala
durante cuarenta años.
Son pocos
los que saben que la sala está hecha de adobe, menos los angelitos, a ellos los
hicimos de yeso, el primer yeso que llegó a este pueblo. La gente pensaba que
moldeábamos a los angelitos con harina, y el pobre Miguel con sus moldes de
madera, todavía recuerdo sus gritos ¡y bueno hombre, que quieres, soy carpintero,
no modelista de ángeles! Los he visto tantas veces y sin embargo hoy
reparo en ellos más que nunca. Los veo vivos sonrientes. Hoy también
tranquilizo mi conciencia de cuando me peleé con la mitad de la comisión
directiva, porque querían demoler la sala – que no tenía sentido teniendo la
sede nueva – que entraba una cancha de tenis más – Y el mocoso, el hijo del Pepe Almada, ese sí que me hizo subir la
mostaza, llamarme a mí – viejo retrogrado – justo a mí que me deslomé
trabajando con su padre para que hoy puedan tener algo – Que si no me lo sacan,
lo cago a patadas, ese día sí, y que los otros se quedaron en el molde, eh,
porque sabían que soy de pocas pulgas. Bueno pero eso ya pasó y hoy todos me dan
la razón, lo veo en sus caras cuando me besan, como vamos a tirar por la borda
tanto sacrificio, sirve o no sirve el pequeño salón de usos múltiples ¡lo ven,
lo ven! Sirve para escuchar la música de los niños, porque aunque los
padres no quieran saberlo, estos tienen música, los siento a mí alrededor,
cuchicheando, y a las comadres haciéndoles callar. Esto se está animando.
Cada vez
se apresura más la gente para poder verme, que alegría, mis hijos me besan, me
lloran. Pienso en la pobrecita de mi mujer, que no puede ver esto, pues se fue
hace tiempo. Me vino a la memoria de
golpe, después de tantos años, pareciera que la tengo más cerca. Bueno, bueno,
tengo que salir de aquí, me sofoco, tengo que salir, sacar mi alma. Rápido,
rápido, éste jodido ha venido a cerrar la tapa del cajón.
Pascual Marrazzo ©
Del libro “Los Cuentos de Pascual”
Ediciones
Tu Llave, colección: Nosotros el Sur
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