Hola lectores
Desde un día azul de primavera, les envío "los cumpleaños" Pasajes de diez en diez de la madurez de los pensamientos década a década. Reflexión que estoy seguro a algunos los hará pensar.
Un abrazo
pascual
LOS CUMPLEAÑOS
Cuando cumplí los quince años no veía la hora de cumplir los dieciocho, para poder entrar al cine a ver las películas prohibidas.
Cuando cumplí los dieciocho, me comencé a afeitar todos los días para que me creciera la barba y apuntaba a las minas de treinta que no me daban pelota.
De cuando cumplí los veinte años no me acuerdo de nada.
Cuando cumplí los treinta estaba solo, tuve una crisis de desatinos y escándalos. Por suerte duró un solo día y al otro comprendí que la felicidad no es como el calor, donde sólo hace falta prender el fuego. La felicidad es un clima que se soporta, se llora y se ríe de a dos.
Cuando cumplí los cuarenta, tuve otra crisis, la de la vitalidad: entré como un pendejo, flaco y sin fumar. Todavía no sabía que la juventud es lo único que no envejece.
Cuando cumplí los cincuenta, tuve la crisis de la sabiduría y no hubiera cambiado esa edad por ninguna otra, ni un solo paso atrás.
Cuando cumplí los sesenta tuve la crisis de la seguridad, la que te enseña a no cambiar experiencia por juventud. Es la edad en que descubrimos lo tonto que hemos sido y nadie quiere volver atrás. Al menos, nadie que sepa vivir la vida que se le ofrece diariamente.
Ahora a la espera de otra década, en el inmenso panorama donde uno es el centro de lo que supo construir, intuyo que cuantos más años cumplimos, más grande será la comarca de la felicidad. Crecer es vivir para afrontar la inmortalidad del espíritu.
A esta altura, dudo de las ventajas de la eternidad material, se hace notar el peso de las primeras pérdidas. Comienzo a temerlas, a que se repitan, mi corazón es mucho más sensible.
Bueno, si llego a la otra década lo completo. Un fuerte abrazo.
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