viernes, 6 de noviembre de 2009

La visita adecuada

Hola lectores
Desde un día fresco y azul de primavera, les envío "La visita adecuada" Una pagina alegre de la vida en el campo, donde las visitas son acontecimientos importantes.

Un abrazo

Pascual



LA VISITA ADECUADA



Doña Clotilde campeaba con su mirada la huella que desembocaba en la tranquera de la Estancia Santa Isabel. Tenía una carta que prevenía la visita de un nuevo huésped y los preparativos habían alborozado a las mozas. Dos hermosas muchachas en busca de la oportunidad de noviar que se daba de tanto en tanto. Si hasta le habían sacado algunos dineros y camisas para emperifollar.

El parloteo de las hijas se le había puesto insoportable y la Clotilde no las podía retar, porque en su interior reventaba la memoria, trayéndole el gozo de los hombres. Hacía mucho que había enviudado, tantos años como kilos engordados, pero tenía la juventud del sexo intacta y estas calentonas con tantas diligencias se lo consiguieron despertar.

La Dominga fue la primera que vio empolvar el camino y le pegó el grito a la Elba para salir al patio.

- Viene a caballo, tiene que ser un Caballero joven - dijo una.

- Vuelvan adentro, no sean ansiosas - aconsejó la Clotilde.

Ya en la tranquera se notaba que era un charre, armado con toldo de lona.

- No es nada especial - dijo la Elba viendo que se trataba de un hombre encanecido.

- De gallardo no tiene nada - agregó la Dominga.

El hombre mostró su estampa desde el pescante y fue bajando con movimientos lentos, envolvió el palenque con las riendas y se acarició la barba.

La Clotilde se apretó la cincha debajo del delantal y salió, como bailoteando con la suerte.

Pascual Marrazzo ©

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