domingo, 23 de agosto de 2009

Estaba en la cola de los pasaportes

Hola lectores
Desde una mañana lluviosa de invierno, les envío "Estaba en la cola de los pasaportes" Un cuento para reflexionar sobre la generosidad del inmigrante, y la ingratitud del emigrante. Podríamos agregar la mala educación. De todas las noticias y porquerías que van a leer hoy, esta no será en vano.
Un abrazo
Pascual



ESTABA EN LA COLA DE LOS PASAPORTES



Estaba en la cola de los pasaportes. Había programado un viaje a España, para volver a ver aquella aldea donde nací y dejar una flor en la tumba de mi madre.

Detrás de mí, había un joven que no dejaba de rezongar, por la espera, por la desorganización, por la burocracia, por la incompetencia y otra lluvia de pesares. Por supuesto que se había puesto más que molesto y yo no hubiera reaccionado por ello si no lo hubiese escuchado decir Argentina de mierda.

Le reproche con la mirada y entonces me respondió con palabras.

- Y qué quiere, me voy porque no hay trabajo, no hay oportunidades. Soy recién recibido y no tengo como ejercer mi profesión..

Se quedo como esperando una respuesta y no me hice esperar.

- Mira muchacho, ante todo te diré que si hay una universidad que te dio un título, también hay quien te lo pagó y eso pesa en las espaldas de muchos argentinos que hoy la están pasando muy mal.

- Si señor, pero yo aquí no tengo oportunidad para vivir, no tengo trabajo.

- Y quién te ha puesto en la cabeza que la vida se hizo para trabajar.¿No será que te estas equivocando con eso de hacer plata? Ojo que la felicidad esta reñida con esas cosas. El horizonte de las personas está en las propias narices, ahí de cerca nomás, no necesita ningún pasaporte. En el único lugar que es tolerable ser extranjero es en la Argentina. En cualquier otro país se lo van hacer notar. No tenga ninguna duda, se lo digo yo que soy español y estoy aquí porque de allá me corrió el hambre.

- Pero ahora están mejores que nunca y hay trabajo y hay consumo.

- Y dale con el trabajo.. Sabes tu lo que es el gustoso

- No, no se.

- Bueno mira, es un hueso que allá en España se pasaba de vecino en vecino para darle gusto a la sopa.

- Eso era antes.

- Si muchacho era antes, pero ten por seguro que aquí nunca paso y no creo que nos pase por más mal que estemos.

Al fin me atendieron y la empleada un poco bocona me dijo en voz alta

- Usted es español, no necesita sacar pasaporte para ir a su país.

- Perdone señorita, pero es que me siento tan argentino, sabe.

Cuando me di vuelta para retirarme el muchacho había desaparecido.

Pascual Marrazzo ©

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