miércoles, 28 de enero de 2009

La tormenta (raye)

Hola lectores

Desde un día azul de verano (y no afloja) les envío la tormenta, espero que todos la resistan.

Un abrazo.

Pascual.

LA TORMENTA

Comenzó con ese ruido que revienta el cielo y los tajos de los relámpagos.

Todavía sin llover, comenzaron a bailar las primeras piedras en los techos, tapando de bolitas de hielo las canaletas.

Mi cabeza se atormentaba pensando en ella y en sus ojos color de cielo. Nadie es tan fuerte como para no temerle a los truenos.

Adentro, era como el interior de un tambor de lata que me hacía presentir la muerte de las nubes más pomposas.

Me imaginaba el temor de su soledad, que también era el mío. Los rizos dorados en contraste con el verde pálido de la alfalfa.

Una última rotura gutural y la precipitación de un mar de lágrimas que chorreaba y atragantaba la tierra y los techos.

De la felicidad del campo y del olor a tierra mojada, pasábamos al miedo. Al miedo de que no parase jamás, miedo a inundar el amor, miedo a separarnos, a que ese patio inmenso que nos alejaba se corte en dos por un río infranqueable.

El portón del granero aleteaba por el temporal. Ella temblando de frío o de miedo o de las dos cosas, intentaba en vano encadenar la tranca en su lugar.

Lo logramos entre los dos, entrelazados, yo empapado en su perfume de lavanda y ella de mis ropas mojadas. No hubo palabras, sólo deseos y una descarga lejana de fusilería como la que despide a los héroes de guerra.

La tormenta duró toda la noche...

Pascual Marrazzo ©

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