Que habrá pasado en marzo del 2010 para que yo escribiese
con tanta bronca.
Como estamos en la semana de mayo y el folclore sigue lo
reenvío nuevamente.
Un abrazo
PascualEl gallinero
En Pleno centro de la
Ciudad de los Malos Aires frente a la calle de los Ríos, entre Rivadavia e
Yrigoyen, cerrando por detrás con la calle de los pozos, de todos los pozos
combativos, hay un gallinero gigante. Dentro del encolumnado y las defensas de
alambre se encuentran dos espacios, uno para los pavos, gallos y gallinas viejas
que echan de los gallineros provinciales, generalmente por inservibles o por perder
elecciones o porque se los quieren sacar de encima. Lo cierto es que va casi
toda la basura. Cenan y
dormitan, sólo despiertan de a ratos para ver cuánto hay en el sobre que les
indica si deben o no levantar la mano.
El otro recinto contiene gallos, pigmeos, loros,
papagayos, caburés y gallinas discutidoras de todos los colores que se afanan
por desplumar a cualquiera. Cambiaron el palo de dormir por sillones de cuero,
sólo por muy pocos minutos al mes, ya que generalmente tejen sus travesuras en
confiterías de la
Recoleta. Trabajan solamente en los proyectos de ley donde puedan
beneficiar a alguien generoso y tomar
algún dinero. De las leyes que necesita el pueblo, minga. De cambiar o renovar
leyes obsoletas, minga. El nauseabundo olor que propaga este gallinero espanta
hasta las palomas, que prefieren la plaza de enfrente y ya no cagan más en la cúpula. Nunca discuten
a favor de la patria, ni siquiera en Mayo, siempre por plata, plata y plata. Se
parece a una feria de venta de favores, intercambio de venganzas y vergüenzas. Que
jodido amigo es ser argentino, tener pudor de quedar desubicado, sólo por gritar ¡Viva la patria!...
Pascual Marrazzo ©
Marzo 2010-03-05
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