Hola lectores
Desde el primer día azul de verano, les envío "Nuestro arbolito de navidad"
un cuento navideño para reflexionar.
Un abrazo
PascualNUESTRO ARBOLITO DE NAVIDAD
Para tener un arbolito de Navidad había dos opciones: comprar el pinito en el vivero o salir a arrancar una rama de pino en el “Parque Cisneros”. Como no teníamos plata fuimos con mi hermana en bicicleta hasta Villa Adelina. Llevamos un hacha pequeña y comenzamos a recorrer el pinar. Teníamos que encontrar una rama que se parezca lo más posible a un verdadero árbol navideño (algo bastante difícil porque las ramas eran planas y no tenían punta). Entre tantas, nos decidimos por una, la cortamos y la llevamos a la rastra hasta Martínez, unas veinte cuadras de tierra que barrimos con nuestro pino.
En la salida del cine habíamos juntado muchos papeles brillantes de los atados de cigarrillos y los chocolatines para poder hacer los adornos. Encontramos una lata de galletitas oxidada para hacer el pie, la llenamos con piedras y paramos el arbolito, le atamos una caña para que no se doble y pudimos poner la estrella con la cola, en la punta. Después, con un poco de algodón simulamos la nieve y terminamos la primera parte.
Mi hermanita no podía hablar, no le salían las palabras desde el día que un muchachón la violó, pero yo veía la felicidad en sus ojos.
Para armar el pesebre recortamos las figuritas del “Billiken”. Con un pedazo de espejo roto simulamos un lago con un puentecito, usamos mucho papel madera de fondo y arena para sujetarlo.
Cuando llegó la Navidad nos sentamos en cuquillas frente a él, orgullosos de nuestro trabajo. Recé un Padre nuestro y otro más para mi hermana, más dos Ave María para que ella recuperase el habla.
No había regalos para colgar, pero yo sabía que en unos cuantos días más se acercarían los tres Reyes magos y tenía mucha fe en mi pedido. Traerían una caja llena de palabras para mi hermanita.
Pascual Marrazzo ©
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