Buenas noticias para “El hueco de mis manos”
Un abrazo
Pascual
Parabéns
a todos os classificados!
A
entrega dos Certificados e Troféus ocorrerá em 09 de novembro
em
Porto Alegre.
Enviarei
o convite por e-mail.
Um poético abraço,
Rozelia Scheifler Rasia
18º CONCURSO LITERÁRIO INTERNACIONAL
DE POESIAS, CONTOS E CRÔNICAS
POESIAS
– BRASIL
1º lugar: Não diga que me ama
- Maria Esther Torinho – São Paulo - SP
2º lugar: Sonha Sonia, sonha - Marcelo Perocco - Guranésia -MG
3º lugar: Néctar do amor - Agenor de Mello Coelho – São Lourenço do Sul – RS -
2º lugar: Sonha Sonia, sonha - Marcelo Perocco - Guranésia -MG
3º lugar: Néctar do amor - Agenor de Mello Coelho – São Lourenço do Sul – RS -
POESIAS
– INTERNACIONAL
1º lugar: Aturdidos los ojos - Ruben
Omar Brest - Buenos Aires - Argentina
2º lugar: Puntillo Sin Final -
María Del Pilar Barrón Tello – Peru
3º lugar: Primavera - Dinis Muacho – Lisboa - Portugal
3º lugar: Primavera - Dinis Muacho – Lisboa - Portugal
CONTOS
- BRASIL
1º lugar: A casca da ferida -
Nurimar Bianchi Melo – Soledade – RS -
2º lugar: A dimensão paranoide no psiquismo do Capitão Simone Simonini
Marco Aurélio Baggio - Belo Horizonte - MG
3º lugar: A navalha - Antônio Carlos de Andrade Bueno – Fortaleza - CE
2º lugar: A dimensão paranoide no psiquismo do Capitão Simone Simonini
Marco Aurélio Baggio - Belo Horizonte - MG
3º lugar: A navalha - Antônio Carlos de Andrade Bueno – Fortaleza - CE
CONTOS – INTERNACIONAL
1º Lugar: El hueco de mis manos - Pascual
Marrazzo – Argentina
2º lugar – El cuadro - Elba Argentina Gómez - Argentina
2º lugar – El cuadro - Elba Argentina Gómez - Argentina
3º lugar: Eterna primavera - Antonino Campos Ruiz –
Paysandú – Uruguay
EL HUECO DE MIS MANOS
En el Delta, al pie
del rio Paraná, en el partido de Tigre había un puerto de frutas alimentado por
los isleños. De ahí provenían las manzanas cara sucia, le llamaban así porque
eran verdes con unas manchas grises.
También había ciruelas, duraznos,
cítricos y hortalizas. Yo tenía casi diez años y desde la localidad de
Martínez, me llegaba hasta ahí a bordo de un colectivo de la línea 60. Llevaba
un canasto de mimbre que cargaba de manzanas o cualquier otra fruta de estación.
A veces me las ganaba barriendo los
locales, otras, las juntaba en los puestos que habían cerrado la venta, donde
siempre había saldos abandonados.
Al
volver me bajaba en Santa fe al 2000 y de ahí tenía doce cuadras para vender la
fruta y llegar a mi casa.
Los
timbres que oprimía, las puertas que golpeaba y las palmas que sonaban, casi
siempre se hacían oír en los mismos lugares, los mismos clientes. Pero cuando
la venta venía floja, probaba en alguna otra casa. Un día de esos, en los que
toqué un timbre nuevo, llené el hueco de mis manos con dos caras sucias, las
levanté y desde el fondo del pasillo vi
venir corriendo a una niña…………….
Dejo
este relato ahí, porque a esa edad, uno no pensaba que en esta vida hay
sacrificios y alegrías. Por suerte vivíamos en la inconsciencia y se pasaba de
la alegría a los pesares con la anestesia propia de la niñez. La primavera era
esperada con ansiedad por la excursión y el picnic del día del estudiante, el contacto
con las chicas y los juegos. Las maestras nos llevaban a la “Stella Maris” Un
predio militar inmenso de parques y jardines que pertenecía a la marina de
guerra. Había una galería vidriada donde nos hacían bailar las danzas que
aprendíamos en la escuela, zambas y chacareras. Pero después se armaban las
tertulias con las maestras y los Oficiales y nosotros comenzábamos a
desarrollar en el parque nuestros propios juegos, como el “Don Pirulero”, el
“Lobo está”, la “Rayuela” y el “Gallito Ciego”. En este último siempre se
elegía al más tonto para vendarle los ojos y ese día me tocó a mí. El pañuelo
que usaron se traslucía bastante, pero yo no lo hice notar, si me tocaba López
le gritaba Pedroza, si lo hacía María yo decía Cardozo. Todos se reían hasta
que se me pusieron por delante las tetas de la Romero y llené el hueco de mis
manos. Aguirre, grité mientras se las apretaba.
Ahora vuelvo con las
dos “caras sucias” y pegando el grito de siempre ¡Dos
manzanas por 10 centavos!......
La niña
que venía corriendo se frenó a unos
metros de la puerta, sus ojos se ovalaron, perdieron el parpadeo. Fueron los
segundos necesarios para que la imagen me quedase grabada de por vida. Se dio
media vuelta y desapareció. Quise desprenderme de las manzanas, pero no pude,
estaban aprisionadas por el recuerdo. Pasé mi bracito por debajo del asa de mimbre y
seguí mi camino.
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