miércoles, 31 de agosto de 2011

Cábala

Hola lectores

Desde un día azul de invierno, les envío "Cábala" Se trata de un cuento breve que expresa el pensamiento del jugador y de cómo encuentra una cábala para cada número. La razón de jugarlo o no jugarlo. Se ubica en los años sesenta, cuando la quiniela era clandestina y se pinchaban los téfonos.

Un abrazo

Pascual


CABALA



La mina tenía un aire misterioso, una estampa que no me dejaba pensar.

Faltaban quince minutos para el cierre de la quiniela y los números se enmarañaban en la larga lista.

Treinta y cinco pesos al 66; todo al 19 a los 20; sesenta al 313; todo al 17 a los 10…

Al fin cierro y vuelvo a mirarla. Me pareció que podía ser una cábala e intenté sacar un número; para mí, para salir de pobre: 33 la edad de Cristo, porque parecía una diosa, todo al 21 porque era una primavera; 48 porque si me agarra soy hombre muerto y 14, por si me dan la cana.

Pasé la lista por el tubo pinchado de la telefónica y con aire ganador me acomodé en la mesa estratégica del boliche. Después, me puse a disfrutar el premio de mirarla y a esperar los resultados.

Se me escapó la imaginación y salió a revolotearla, descubriendo una cara traviesa de ojos azules.

Unos aros redondos me dieron el 2 de oro. Sonamos ¿Cómo no lo vi antes? Las jugadas ya cerraron…

Debe haber notado mi expresión porque hizo un mohín y cruzó las piernas. Las piernas ¡Qué piernas! El 77 ¿Pero cómo me lo comí?

El gaita, atento a la radio comenzó a armar la pizarra y puso el 11 a la cabeza ¡La lluvia! ¿Cómo me lo fui a perder? Si esa mina es un chaparrón.

Pascual Marrazzo ©

Del libro “Amasando Ironías”

Edición La casa del Escritor

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