lunes, 14 de febrero de 2011

Si yo pudiera ser

Hola lectores

Desde un día azul de verano, les envío “Si yo pudiera ser” Un raye a toda máquina de alguien que fue y desea volver para ser….

Un regalo para el día de los enamorados.

Un abrazo

Pascual


SI YO PUDIERA SER


La soledad no olvida: se nutre de una extraña melodía de la memoria. Por ello es lo que es: una nostalgia cargada de ausencias. Un concierto que aturde y que, cuando enmudece, deja un despojo de fatigas. Un rubí de vino que se vacía cuando siento que me sobra el hambre y destello tardanzas hasta la madrugada.

Es de suponer que la penumbra me espía y puede ver mi cuerpo desnudo devorado de urgencias. Estoy tan rendido, que no me perturba reconocerme desechando certezas. Sólo ansío que se cuele el licor tras el cristal de mi copa y volver a brindar alguna vez. Recuperar el gesto que chispea un sonido para dos. Encender ansias de vehementes travesuras en juegos de rayuelas. Desoxidar los grilletes corroídos de los eternos desamores sin hacer arder la piel. Mirarme en otros ojos y anudarme en el aliento de otra boca para deambular sobre una alfombra, azorados de estériles misterios. No se trata del fulgor suspendido de una fantasía, sino de esa energía capaz de romper el cielo y vencer la tormenta.

Cuando converso con las estrellas me acerco a la eternidad, desanudo lentamente mis amarguras y sepulto mis secretos en el universo. Así me salvo de confesarme con mi analista y de aspirar el asqueroso humo de su pipa.

Sigo entonces viviendo como un fugitivo, amurallado de hojas marchitas de un otoño que no aguarda, te pudre y te entierra.

Mi soledad es un fracaso que no temo. Temo la perdida de persistencia para volverlo a intentar. La pérdida de la tentación, de volver a ser. Si yo pudiera ser, después de haber escuchado éstos silencios, volvería a poner los pies en el camino y recuperaría mi sombra. Me alejaría del cementerio en una noche de luna llena y tomaría todas las ofertas para dejar de ser fiel. Me vestiría de arco iris para recobrar mis colores con la lluvia. Le daría la espalda a la prepotencia de la memoria. Sería un artesano de collares de besos y cadenas de caricias. Cardiólogo de corazones insertados en el alma. Apicultor de mujeres hermosas. Contenedor de romances… Realmente, si pudiera, sería poeta.

Pascual Marrazzo ©

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