Hola lectores
Desde una tarde azul, les envío “El registro” Un raye, que también podríamos llamar cuento, donde se pone el acento en el registro, en renovarse constantemente y en la rebeldía. Dándole un toque poético con los ojos de una mujer.
Un abrazo
EL REGISTRO
Entró en las oficinas de la municipalidad; su registro estaba vencido y era hora de renovarlo.
Pensó en todas aquellas veces que lo había hecho. Recordó cuando le rechazaron las fotografías porque se veía muy joven y esa vez en que lo bocharon porque no supo reconocer la señal, esa señal tan familiar:
– “ Ya sé que contestó bien todas menos ésta, pero ella es muy importante y si no me la reconoce no lo puedo dejar pasar “
Entonces se volvió y compró el librito del ACA y la vio –”CONTRAMANO”. Reconoció que jamás la aprendería, toda la vida había andado a contramano. Rebeldías tontas de ser distinto.
Había renovado tantas cosas, pero esto, de renovar para manejar y manejar para renovarse, cuando para él la vida era una constante renovación. Cuántos sentimientos renovados, modificados y él con el carné vencido como si fuera el culpable de que el tiempo corra y sin tropiezos lo deje atrás.
Dejó los recuerdos y buscó en los compartimentos de atención al público una sonrisa, unos dientes blancos, algo que le alegrara el corazón, pero no lo encontró.
Como no era de darse por vencido buscó dentro de los muebles, debajo de los escritorios, detrás de las cortinas, hasta que en una curva, (en U, según la señal) apareció ella.
No hizo falta la presentación, los dos sabían de qué se trataba. Eran dos infractores, él tenía el registro vencido, ella no tenía licencia para manejar esos ojos... y esa manía de andar a contramano...
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